Toribio Ticona Porco Nuevo Cardenal de Bolivia
Arquidiocesis de Sucre 21.05.2018//Iglesia Viva//Papa Francisco ha nombrado Cardenal al prelado emérito de Coro Coro, mons Toribio Ticona.Si bien Mons. Ticona ha superado los 80 años y no podría participar de un cónclave, el Papa Francisco ha querido darle el mayor de los reconocimientos por su trayectoria y servicio.El Papa Francisco y Mons. Toribio Ticona ya se conocían desde hace muchos años y una anécdota que contaron durante la última visita ad limina del 2017 fue que el Papa Francisco lo saludó con una broma diciendo “hermano, ” todavía sigues vivo?”.A continuación reproducimos una nota que hace un par de años publicó Iglesia Viva sobre la persona de Toribio Ticona.
Mons. Toribio: un Obispo que fue lustrabotas, minero y alcalde.
He trabajado de lustrabotas, he revendido periódicos, he sido minero y ahora Obispo, estoy muy agradecido con Dios, no espero más de la vida, sólo que Él me acoja cuando llegue el momento, dijo Mons. Toribio Porco Ticona, obispo emérito de Coro Coro, este 9 de abril, en la Eucaristía del tercer día de la asamblea. Dios se ha manifestado en mi vida y lo mismo deseo para todos ustedes, aseguró.
Hermanos Obispos, sacerdotes, religiosas. Es una verdadera alegría celebrar con todos ustedes, aunque yo todavía no he cumplido 80 años. Hoy como acción de gracias al Dios de la vida y la historia por tantos beneficios que he recibido en mi vida.
Nos encontramos con una persona que es Jesucristo Resucitado. Él ha entregado su vida por amor a nosotros y, sin embargo, muchas veces lo olvidamos. Hemos escuchado la Palabra de Dios y quisiéramos acogerla en nuestra mente y en nuestros corazones.
No basta decir creo en Dios, amo en Dios, hay que vivirlo. Los mineros y campesinos y todos esperan de nosotros signos de credibilidad, porque ya hemos hablado y escrito mucho.
Una de las características de nuestra Iglesia es el servicio a todos, pero con preferencia a los pobres. La gente atraviesa tantos problemas, violencia, violaciones y tantos males.
El gobierno nos acusa de jerarcas y de colonizadores, pero eso no nos hace mella, porque nosotros seguimos anunciando el Evangelio.
En la primera lectura nos relata cómo se eligió a los 7 diáconos. Nosotros también tenemos que animar en nuestras comunidades los diferentes ministerios para que más personas se dediquen a atender las necesidades de los pobres. No podemos ser ciegos ni sordos, sino que escuchando ese clamor debemos hacer algo. No hay que tener miedo porque en el Evangelio se nos pide no tener miedo, ni vergüenza. Él estará siempre con nosotros. Él es. Más que nunca, el camino, la verdad y la vida.
Hoy nos critican, nos dan el ultimátum los que están en el poder. El poder no es para aplastar a los demás, ni la economía para arruinar a las personas, ni la política para hacer lo que les da la gana. La economía, lo social y lo político deben estar al servicio del hombre y no a la inversa.
Hermanos y hermanas, de verdad una gran alegría de celebrar con ustedes. Ya debo estar en los últimos días, meses, años. Pero no me acobardo, en mi vida he recibido muchas cosas. Alguien me dijo tendría que escribir un libro, pero Dios lo sabe. He sido un niño pobre, he trabajado de lustrabotas, he revendido periódicos. La vida me ha enseñado para defenderme.
En la mina Chacarilla he sido 14 años de alcalde municipal, los domingos celebraba la misa para toda la comunidad. Utilizaba el método ver, juzgar y actuar. Todos me entendían de esa manera. Me alegro de haberlo hecho.
He recibido muchos dones de este Dios de la vida. Mi madre ha sido padre y madre trabajando en las minas de Potosí, después los padres belgas, después me he ordenado de diácono, sacerdote y Obispo. Ahora animo el CENAFI, Centro Nacional de Formación Integral, lo que en el año 1968 no se podía hablar del concepto integral. Pero en mi vida he seguido lo que me dice mi conciencia.
Aquí está un hermano de lucha, Mons. Sergio. Por defender la causa de los pobres hemos caído presos en Viloco como sacerdotes y nos llevaron a La Paz. Todo lo hemos hecho por el Señor. No espero nada, sólo que el Señor me recoja. De verdad este Dios se manifiesta visiblemente en mi vida, deseo que Él mismo les acompañe a todos, y en su madre nos consuele, en Cotoca, Urcupiña y Copacabana, que en definitiva es la misma madre.