Mons. Jesús Pérez: “Comunicación y Amor”
La comunicación no es solamente decirse cosas. Es expresar el amor mediante la dádiva de la propia interioridad, a través de palabras o gestos adecuados.
Arquidiócesis de Sucre 10.09.18//Hoy, en el evangelio de Marcos 7,- 31- 37, vemos a Jesús curando a un sordomudo. El sordomudo es todo un símbolo de la persona incomunicada, del que no puede relacionarse con sus semejantes. No puede recibir de otros, a causa de la sordera ni tampoco dar de sí por la limitación de la mudez. Está condenado a una tremenda soledad por sus limitaciones que le hacen incapaz de captar la realidad que está en su alrededor. Romper la incomunicación es un milagro, una demostración del poder de Dios, una obra de su gracia.
El poder curativo de Dios se ha manifestado a través de Jesús. El Medico, el Salvador. Dios quiere el bienestar y la salud para todos, a pesar de nuestros pecados. Dios quiere que los ciegos recobren la vista y los sordos el oído, los mudos el habla, los cojos la agilidad, el desierto el agua. Sigue siendo cierto lo que anunciaba el profeta Isaías: “no teman, miren a su Dios, que viene en persona y les salvará”. Jesús sigue curando, como decía la gente, “todo lo ha hecho bien, hace oír a los sordos y hablar a los mudos”. Él, como dice Pedro” pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hch 10, 39).
La curación del sordomudo tiene un ritual que llama mucho la atención. Jesús se lo llevó aparte, lo toca, suspira, reza en voz alta. Todo sugiere una especial trascendencia en este milagro de ponerlo en comunicación con los demás. La persona necesita comunicarse con los otros para vivir. Puede ser que alguien, ocasionalmente, no experimente esta necesidad, será como aquel que se encuentra sin apetito. Esto señala en ambos casos que la persona no está sana.
La comunicación es fruto de la riqueza de las personas, que se ven urgidas a brindar a los demás lo que tienen. También es fruto de su pobreza e indigencia, de su necesidad de la palabra del otro, para iluminación y apoyo. En esto, la comunicación se identifica con el amor. No hay amor sin comunicación. Un amor callado es como si no existiera, como una semilla que no ha germinado. La comunicación no es solamente decirse cosas. Es expresar el amor mediante la dádiva de la propia interioridad, a través de palabras o gestos adecuados.
La comunicación se ve alterada por el pecado. Los judíos pensaban que un sordomudo era una persona empecatada, poseída por el diablo y por ello no podía hablar. Todo pecado es una ruptura de la comunicación. Es la raíz de la incomunicación o de las dificultades para comunicarnos. Pueden esconderse muchos pecados, ahora bien, si el pecado es incomunicación, la salvación es restauración de la comunicación rota. La comunicación y el amor van juntos y nos conducen a la salvación. ¡Qué importante es para todos permanecer en la comunicación con Dios!
Sucre, 9 de septiembre de 2018
Fray Jesús Pérez Rodríguez, O.F.M.
Arzobispo emérito de Sucre
[Imagen: www.fsh.es]