Familia boliviana

Mons. Jesús Pérez: “Navidad, fiesta de familia”

Estamos celebrando la Navidad, fiesta profundamente religiosa y familiar, fiesta de fe y fiesta también social. Los principios y verdades de nuestra fe cristiana se han revalorizado y fortalecido a través de la fe celebrada en las distintas acciones litúrgicas. No hay que olvidar que lo que no se celebra se olvida. Como pastor de la Iglesia de Cristo he podido constatar, durante años, que aquellas personas que se preparan para las fiestas y participan en ellas, se sienten profundamente renovadas en su fe en Cristo. El Nacimiento de Él es el centro de las fiestas de Navidad. Si Cristo no estuviera presente en la Navidad como el Salvador de todos, no se saborearía en profundidad la Navidad. Pero, gracias a Dios,  junto a este elemento de fe cristiana que nos acompaña a muchos de nosotros, están las celebraciones familiares con encuentros de los miembros de las familias a través de reuniones, comidas, reconciliaciones y regalos. Bendecimos a Dios porque el baile de los chuntunquis anima y hace que el sentimiento religioso permanezca mucho más vivo en la familia. Gracias a la familia, la Navidad conserva la vivencia religiosa. Lo religioso y lo social están estrechamente unidos.

En esta fiesta de la Sagrada Familia que celebramos cada año dentro de la octava de la Navidad, en la que nos encontramos, la liturgia eucarística nos presenta tres lecturas que someten a juicio nuestra contribución a formar la gran familia que es el reino de Dios, la Iglesia, a través de nuestras propias familias, de nuestra vida familiar. Nos llaman a ser responsables entregándonos con responsabilidad, libertad y amplitud a construir esta familia universal de los hijos de Dios que es el reino de Dios. Este juicio baja a la revisión personal y comunitaria. Personalmente cada uno ha de revisar su visión acerca de la familia y su vivencia del propio papel en la vida familiar: esposos, padres, hijos, hermanos, abuelos.

Vivir en Cristo es vivir con Él todas las realidades personales, interpersonales y sociales en la profundidad y la anchura que Él dio al vivir humano.

Es muy importante y decisivo para juzgar si una familia es cristiana o no, para ver si es célula viva del reino, para saber si la vida familiar de sus miembros, sus relaciones y amor mutuo, son signo y terreno en que viven la comunión mutua,  a nivel profundo de amor eterno e inmortal, de comunión con Dios, y con todas las personas, o si, por el contrario, sólo hay amor superficial, afecto instintivo, un cierto aprecio y respeto sin verdadera comunión profunda y sin que se viva en ello la gracia divina, el amor, el espíritu de Cristo. Hay un llamado a vivir en Cristo a la luz de su Palabra la nueva dimensión del amor en la hondura y anchura que Cristo ha dado a toda la creación. Vivir en Cristo es vivir con Él todas las realidades personales, interpersonales y sociales en la profundidad y la anchura que Él dio al vivir humano. Considero que no es nada fácil vivir en Cristo a esa hondura el amor y la vida familiar. Es un reto para todos, el trabajo por llegar a una familia auténtica.

Sucre, 29 de diciembre de 2019

Fray Jesús Pérez Rodríguez, O.F.M.

ARZOBISPO EMÉRITO

[Imagen: lostiempos.com]