Hoy los católicos celebramos a San Pío X, el Papa de la Eucaristía
De orígenes sencillos, su padre era cartero, fue ordenado sacerdote con 23 años de edad en la provincia de Treviso, Venecia (Italia).
En 1867 fue nombrado arcipreste de Salzano, un importante municipio de la diócesis de Treviso, en donde restauró la iglesia y ayudó a la ampliación y mantenimiento del hospital y allí hizo posible que los estudiantes de las escuelas públicas pudieran recibir instrucción religiosa.
En noviembre de 1884 fue nombrado Obispo de Mantua, en ese entonces una sede muy problemática. Su principal preocupación en su nuevo cargo fue la formación del clero en el seminario, por eso se encargó personalmente de enseñar teología dogmática.
En un consistorio secreto en junio de 1893, León XIII lo creó Cardenal, con el título de San Bernardo de las Termas; y en el consistorio público, tres días más tarde, fue preconizado Patriarca de Venecia, conservando el título de Administrador Apostólico de Mantua.
El Cardenal Sarto tuvo que esperar 18 meses antes de tomar posesión de su nueva diócesis ya que el gobierno italiano se negaba a colaborar en el reconocimiento.
Mediante el decreto “Quam Singulari” recomendó que la Primera Comunión en los niños no se demorara demasiado tiempo.
Por el quincuagésimo aniversario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción promovió la devoción a María mediante una encíclica y en el Congreso Mariano coronó la imagen de la Inmaculada Concepción en el coro de la Basílica de San Pedro.
Durante toda su vida fue un gran enamorado de la música sacra, por lo que como Papa publicó un motu proprio sobre música sacra en las iglesias. Ordenó que el auténtico canto gregoriano se utilizara en todas partes y dispuso que los libros de cantos se imprimieran con el tipo de fuente del Vaticano bajo la supervisión de una comisión especial.
En la encíclica “Acerbo nimis” planteó que la catequesis fuera dirigida hacia los adultos y dio reglas detalladas para que se llevara a cabo. Además promovió la publicación de un nuevo catecismo para la diócesis de Roma.
Como Obispo se preocupó especialmente de la formación de los sacerdotes de su seminario y ya como Papa publicó una encíclica dirigida al Episcopado italiano (Julio 28, 1906) en donde hacía énfasis en la necesidad de tener mayor cuidado en la ordenación de sacerdotes, llamando la atención de los obispos sobre el hecho de que, entre los clérigos más jóvenes, se manifestaba cada vez con mayor frecuencia un espíritu de independencia que era una amenaza para la disciplina eclesiástica.
También ordenó que los seminarios italianos fueran visitados frecuentemente por los obispos.
Otra de sus grandes preocupaciones fue preservar la pureza de la fe, por eso en 1907, publicó el decreto “Lamentabili” (llamado también el Syllabus de Pío X), en el que 65 proposiciones modernistas fueron condenadas.
La mayor parte se referían a las Sagradas Escrituras, su inspiración y la doctrina de Jesús y los Apóstoles, mientras otras se relacionaban con el dogma, los sacramentos, la primacía del Obispo de Roma.
Estableció un cuerpo de censores de libros y un comité de vigilancia.
El estudio de la Biblia era el área más importante de la teología por lo que el Papa Pío X deseaba fundar en Roma un centro especial para esos estudios, que les diera la garantía inmediata de una ortodoxia incuestionable y un valor científico. Finalmente, con el apoyo y bajo la dirección de los jesuitas, se fundó el Pontificio Instituto Bíblico de Roma.
Bajo su pontificado se actualizó y completó el Código de Derecho Canónico en el que colaboraron eminentes autoridades en la materia de todo el mundo. La característica del nuevo reglamento es la completa separación de los aspectos judiciales de los administrativos; mientras que las funciones de algunos departamentos habían sido determinadas con mayor precisión y sus trabajos más equilibrados.
Hizo una serie de importantes cambios en la curia del Vaticano y publicó un motu proprio con 19 proposiciones especialmente orientado a Italia. Buscó especialmente reprimir ciertas tendencias que se inclinaban hacia el socialismo y promovían un espíritu de insubordinación a la autoridad eclesiástica.
Pío X obtuvo resultados magníficos y duraderos en interés de conservar la doctrina y disciplina católicas, aún enfrentando grandes dificultades de todo tipo. Hasta los no católicos reconocen su espíritu apostólico, su fortaleza de carácter, la precisión de sus decisiones y su búsqueda de un programa claro y explícito.