III-ADVIENTO

Mons. Jesús Pérez: “Domingo de la alegría”

¿Creemos de verdad, que Jesús puede cambiar todo en nuestra vida? Si es así, ¿por qué no nos fiamos totalmente de Él y trabajamos para hacer un mundo de justicia, paz, solidaridad, verdad?

El domingo tercero de Adviento que celebramos hoy en la liturgia católica se le llama, desde siglos, “Gaudete”, que es la primera palabra latina de la antífona de entrada. Esta antífona se canta en muchas catedrales y monasterios de vida contemplativa del mundo. Esta palabra está tomada de la carta de Pablo a los filipenses: “Gaudete in Domino, Semper… Estén siempre alegres en el Señor, alégrense”. La liturgia de Adviento nos llama a vivir este tiempo con mucha alegría ante la próxima venida del Señor con su Nacimiento. La alegría la encontramos hoy en la primera lectura de la misa: Isaías 35,1-6ª. 10: “El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrarán el páramo y la estepa… se alegrará con gozo y alegría…  vendrán a Sión con cánticos, alegría perpetua, gozo y alegría, pena y aflicción se alejarán”. Fíjense, la alegría para Pablo es en el Señor. Él es la causa de la alegría.

Las palabras de arriba, las dice Isaías, cuando el pueblo de Israel está sufriendo la persecución de los gobernantes inicuos de los pueblos vecinos. El profeta pide al pueblo no perder la esperanza en Dios, que nunca abandona a su pueblo. Las cosas cambiarán, es la utopía de Dios, que la anuncia el profeta, para que luchen por días mejores. Dios va a actuar con su brazo poderoso, como lo hizo al salir de la esclavitud de los faraones. El apóstol Pablo, como también decía más arriba, nos anima a no perder la esperanza en Dios. Ésta debe ser la causa de nuestra alegría cristiana. El Dios todopoderoso nos ha enviado un Salvador, el Príncipe de la paz, para hacernos felices.  Los cristianos de la Iglesia de  Filipos perdían la alegría ante tantas dificultades. Hermanos, estoy escribiendo este artículo, nada más y nada menos, en noviembre, cuando nuestro País, Bolivia, está viviendo momentos de tanto dolor. Escribo para animarles a la perseverancia en la fe, en la confianza total en Dios,  a la que nos invita este tiempo  de Adviento y para que no pierdan la alegría en el Señor.

La lectura de Isaías nos dice: “Miren a su Dios, que trae el desquite; viene en persona, resarcirá y…”  El Señor, no lo dudemos, está en medio de su pueblo, en la Iglesia, en cada uno de nosotros. El apóstol Santiago en la segunda lectura, capítulo 5, 7-10, dice: “Tengan paciencia, entonces, hermanos, hasta la venida del Señor… fortalezcan sus corazones, porque se acerca la venida del Señor…” Esto lo decía Isaías 650 años antes de venir a este mundo, a su pueblo, el Salvador de toda la humanidad. Jesús es el príncipe de la paz, nos lo dice también Isaías. ¡Ánimo, mucho ánimo, no tengamos miedo!  La Iglesia en este domingo tan cercano a la Navidad, nos  da nuevamente este pregón, porque lo necesitamos. ¿Creemos de verdad, que Jesús puede cambiar todo en nuestra vida? Si es así, ¿por qué no nos fiamos totalmente de Él y trabajamos para hacer un mundo de justicia, paz, solidaridad, verdad? ¿Por qué no le hacemos caso, porque no cumplimos las enseñanzas del Enviado de Dios Padre? Hermanos, si queremos la felicidad, la paz, en cada uno está la posibilidad, si escoge los mandamientos del Señor.

Sucre, 15 de diciembre de 2019

Fray Jesús Pérez Rodríguez, O.F.M.

Arzobispo emérito de Sucre

[Imagen: blog.uchceu.es]