Mons. Jesús Pérez: “Dos mujeres pobres y generosas”
Arquidiócesis de Sucre 13.11.18//Hoy es el domingo 32 del tiempo ordinario, nos queda poco para terminar el año litúrgico, el año de culto a Dios. Estamos en el ciclo B y el dos de diciembre comienza el Ciclo C. El evangelio del domingo pasado nos enseñaba que el cristianismo es una religión basada en el amor. Y el de hoy, nos señala a una mujer, a una viuda que merece una mención especial por parte de Jesús que nos señala cuán importante es la entrega de sí mismo´- Porque esta es la mejor forma de manifestar nuestro amor- La religión cristiana, aprendí hace muchos años, es la religión del dar, muchísimo más aún, del darse así mismo. Para no caer en la hipocresía que tanto condena Jesús a lo largo de los evangelios, el don que se ofrece a Dios debe expresar la entrega personal y servicial del oferente, como es el caso de la viuda que entrega dos reales, lo único para subsistir.
En la primera lectura de hoy, tomada del primer libro de los Reyes, nos cuenta aquella maravillosa acción de poner el poco aceite y harina que había en su pequeña y pobre casa. Ella como su pueblo de Sarepta les tocó vivir la tremenda hambre de su pueblo. Aunque la muy pobre viuda no era judía sino pagana, se fío de la palabra del profeta. Un hombre enviado por Dios y compartió su pequeño pan con el profeta Elías. Aquella generosidad le sirvió para que Dios la bendijera con abundancia de pan y aceite por todos los días de su vida.
Dios no valora por la cantidad que se da, sino por la entrega del corazón, por la intención generosa que cada uno tiene en su interior. Dios vio la intención y generosidad de las dos mujeres pobres y, además, viudas. En las dos lecturas, el caso de la viuda de Sarepta, y en la viuda del evangelio, una mujer judía, que, hecha los dos reales, lo único que tiene para vivir, Jesús se fija, en la calidad del servicio, la actitud de entrega y en la auto donación. En ambos casos, Dios no miró la cantidad de la donación sino en la calidad personal de estas dos mujeres. Con estos dos ejemplos de donación, sin igual, podríamos preguntarnos cada uno: ¿Cómo imito a estas dos santas mujeres que dieron todo lo que tenían para vivir? ¿Cómo colaboramos en nuestras iglesias para todo lo que significa el culto, el sostenimiento de los edificios parroquiales, las obras de ayuda a los más pobres?
El comportamiento de estas dos mujeres ejemplares, que nos han presentado la primera lectura y el evangelio de hoy, en nuestro culto de encuentro en la fe con Dios y con los hermanos, nos interroga a todos, ¿Sabemos hacer el bien sin llamar la atención? ¿Somos desprendidos de los bienes que poseemos como estas dos mujeres verdaderamente creyentes? A la viuda del templo no la aplaudieron las personas que, ni se dieron cuenta, sino llega a ser por la observación de Jesús. Le aplaudió Jesús que ve el corazón de todos. Jesús dijo en el sermón de las bienaventuranzas” el Señor, que ve lo oculto, te recompensará”. Las mujeres corrieron el riesgo de su futuro, pues dieron lo que necesitaban para ellas poder vivir.
Sucre, 11 de noviembre de 2018
Fray Jesús Pérez, ofm.
Arzobispo emérito de Sucre
[Imagen: sangarciaabad-alg.blogspot.com]