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Monseñor Jesús Pérez: “Las Bienaventuranzas perfeccionan los Mandamientos”

EL Señor Jesús en el sermón de la montaña, proclamó las características que debía tener el Reino de Dios. La nueva alianza: sus miembros deben ser personas felices, sal de la tierra y luz del mundo. Con las bienaventuranzas señaló que hay una nueva forma de ser, que es posible vivir la vida de otra forma. Esta es la ley del Reino. Algunos han llegado a afirmar que es el mundo cabeza abajo. A veces se ha interpretado, por otros, que la novedad del evangelio es una liberación del yugo de la moral tradicional.  Pero, no, al contrario, las bienaventuranzas llevan a la perfección los mandamientos del Sinaí. Las bienaventuranzas son más exigentes.

Este domingo, en el evangelio de Mateo 5,17-37, Jesús afirma, con total claridad, que Él no ha venido a destruir ni abolir lo antiguo, sino a completarlo, a llevarlo a la culminación o perfección. Jesús, con exquisita fidelidad a su Padre, cumple los mandatos de Moisés. Jesús proclama que el sábado es para el hombre y no a la inversa, pero Él es el primero en concurrir todos los sábados al templo, porque es el Día del Señor. Jesús completa la ley en otro sentido más profundo. “El fin de la ley es Cristo”, enseña san Pablo en su carta a los romanos 10,4, y a los gálatas les dice: “La ley nos sirvió de guía para llevarnos a Cristo” (Gal. 3, 24). El evangelio y las bienaventuranzas no se oponen a los mandamientos.

Qué bien nos hace a todos los cristianos escuchar el pasaje del Evangelio de este domingo. La misma doctrina y enseñanzas de vida escuchamos en todo el mundo. No lo dudemos, es la doctrina de Jesús sobre estos aspectos de la vida. Una de las grandes lacras que nos toca vivir: el indiferentismo. Pareciera que todo es igual y todo vale lo mismo. Ya el gran papa Pio XII, nos decía 70 años atrás, que se ha perdido la “conciencia” de pecado. Esto mismo se está repitiendo por los papas del siglo XXI, quienes vienen hablando que una de las características de nuestro tiempo es tal vez la pérdida de la “conciencia moral”, sobre temas tan candentes como la solidaridad fraterna, la justicia social, la moral sexual y la manipulación de la verdad.

Sería fatal para nuestra vida de discípulos de Jesús y, poco serio, motivar nuestra vida por lo que hace la mayoría o por lo que dicen las estadísticas sociales, que en el fondo son modas ideológicas, que normalmente se basan en lo que gusta o en cierto consenso de la sociedad en buscar lo más placentero a nuestros gustos y caprichos. Para los cristianos, el criterio no es lo que hacen los demás, o lo que está o no penalizado por la ley vigente, sino es lo que Cristo, Maestro, nos ha enseñado. Por eso, Jesús enfáticamente repite: “se les ha dicho, pero yo les digo”. Él es el gran legislador, el Maestro, del nuevo pueblo de Dios.  El Señor nos pide a nosotros, los cristianos, no sólo hacer lo bueno y evitar lo malo, sino abrazar el bien de todo corazón.  Se trata de hacer la voluntad de Dios, imitando a Jesús, cuya “comida era cumplir la voluntad del Padre”.

Sucre, 16 de febrero de 2020

Fray Jesús Pérez Rodríguez, O.F.M.

Arzobispo emérito de Sucre

[Imagen: eclesalia.wordpress.com]