Sacerdotes heroicos en España e Italia dan la vida por atender comunidades afectadas por el coronavirus
Registramos lo acaecido en al menos dos poblaciones de España e Italia, en donde el heroísmo de sus sacerdotes ha sido ejemplar, y la respuesta espiritual a las personas que ahora –ante las nefastas e inminentes consecuencias por la expansión del coronavirus– se ven abocadas a la muerte y se replantean las prioridades sobre las que han edificado sus vidas.
En Getafe, España
En Valdemoro, España, un sacerdote afirma:
“Yo no me trato con sanos, sólo visito contagiados y entierro muertos”.
Religión en Libertad registra cómo en la parroquia de El Pilar de Valdemoro el templo –como todos en la diócesis de Getafe– está cerrado, y cita a su párroco Jorge Revuelta:
«Hace dos semanas estábamos pensando en los oficios de Semana Santa, ejercicios cuaresmales. China e Italia pillaban lejos, parecía algo que nunca llegaría a nosotros. Jamás pensé que una pandemia llegaría a Valdemoro, que seríamos un foco«, admite Jorge Revuelta, el párroco de El Pilar, en esta población de 75.000 habitantes de la diócesis de Getafe, la primera en ser golpeada con fuerza en la región de Madrid. Celebra misa él solo, y vive solo en la parroquia…
Otro sacerdote, conocido como Patxi Brancholo, expresa a través de un audio emitido por sus redes sociales:
“Los curas intentan dar calor humano y divino, pero es difícil”.
“Los tanatorios son muy fríos. Se atiende sin tiempo. Ayer tenían 8 cuerpos en el tanatorio. Hice un responso ayer por tres personas, con los enterradores a enorme distancia”.
“En realidad, es imposible cuidar las medidas de seguridad, aunque llevo máscara, guantes…”
“Fui a dar la unción al hospital. Una mujer, a la que se le había muerto el marido en la planta de abajo, me pidió un abrazo. No vas a decir ‘no, quítese”.
(Padre Patxi Brancholo)
¿Qué hacer en estas circunstancias? Los curas de Valdemoro, como los de otras ciudades, intentan mantenerse firmes y multiplicar la creatividad para llegar a la gente.
Jorge Revuelta, el párroco de El Pilar, explica que es importante salir del bloqueo:
“Durante una semana no pude rezar, ni comer, ni dormir casi. Tenía un bloqueo mental y espiritual”.
“Ahora empiezo a reaccionar”.
“Y veo que es importante no dejarnos paralizar, no bloquearnos”.
“Recemos. Cuidemos la esperanza. Basta de mensajes de desesperación”.
“Y en las familias, en las casas, cuidemos el ambiente familiar, juguemos con los niños”.
“Es importante que nos tratemos por teléfono, por las redes. Yo me siento muy acompañado con oración, mensajes, llamadas…”
“Es un momento para valorar lo que tenemos y volver a Dios. Estoy viendo familias que vuelven a rezar el rosario unidas, gente que se conecta a misa, muchas personas que vuelven a apoyarse en Dios”, constata.
¿Y cómo viven en el hospital la presencia de los sacerdotes, con sus batas y sus mascarillas sobre los alzacuellos?
“Una enfermera en el hospital se me echó a llorar. No podía más. Están dando la vida. Y me decía: “no dejen de venir a traernos la fe”.
“Eso también me ayudó”, explica Brancholo.
“Hay que atender persona a persona donde hay enfermedad. Los médicos te escuchan las palabras de Dios. Les doy una oración y un detente: tenía doscientos y pico y se me están acabando, fíjate. Un chico en el hospital me paró porque se estaba muriendo su madre, yo le di la unción a ella. Él quería hablar, confesarse. Tenía 35 años y llevaba sin confesarse desde la primera comunión”.
Jorge Revuelta expresa su deseo de apoyar a los que sufren «con palabras, sonrisas, gestos, sacramentos… Los ratos de oración son muy confortantes». Anima a los cristianos a orar «por los muertos, los enfermos, los sanitarios y también por los sacerdotes. Hagamos caso a las medidas tomadas aunque sea doloroso. Pongamos al Señor en el centro. Dios quiere que ahora le adoremos y cuidemos de esta manera».
En Bérgamo, Italia
La ciudad de Bérgamo es junto con Brescia las ciudades de Lombardía que más están sufriendo el brote de coronavirus en Italia, país que tiene 24.747 diagnosticados y más de 1800 muertos. En esta grave crisis muchos sacerdotes han estado en primera línea de batalla para garantizar la asistencia espiritual de sus feligreses. Y la consecuencia es que sólo en la Diócesis de Bérgamo, algo más pequeña que la de Getafe en número de habitantes, ya han fallecido seis sacerdotes por el coronavirus esta pasada semana y veinte sacerdotes están hospitalizados.
El drama de esta situación ha sido expresado por el propio obispo de Bérgamo, monseñor Francesco Beschi, en una entrevista en InBlu Radio que recoge el diario Avvenire:
“Aunque somos muchos, el número de sacerdotes que murieron esta semana y el de que aquellos que todavía se encuentran en una situación particularmente grave es realmente alto”, se lamentaba el prelado italiano.
Por otro lado, el obispo de Bérgamo anunció “en pocos días las condiciones de 20 sacerdotes han mejorado considerablemente y algunos ya han abandonado el hospital. Esta es una señal que nos consuela mucho”.
El obispo Beschi ha afirmado en la entrevista que
“…estamos viviendo este dolor compartiéndolo con el de nuestras comunidades y las personas infectadas, enfermas y la gran cantidad de muertes.No estamos separados de nuestra comunidad ni en el paso a la muerte”.
En los últimos 15 días –agrega el pastor de Bérgamo- “he visto una creciente generosidad por parte de todos. Hoy estamos en nuestros hogares y veo vínculos de proximidad muy significativos. Dentro de este horizonte, la generosidad de los sacerdotes surgió con el sufrimiento inicial de no poder celebrar más misa con los fieles. Incluso hoy, con todas las debidas precauciones estamos cerca de las personas conscientes de que, por un lado, llevamos a Jesús y, por otro, podríamos convertirnos en portadores del virus. La relación a través de los medios y las redes sociales está creciendo mucho, ahora es la única forma que nos permite estar cerca de todos”.
En el Osservatore Romano, el obispo Beschi informó que
“…ya ni siquiera podemos ungir a los enfermos: los sacerdotes en las parroquias intentan acercarse a los enfermos, pero existe la preocupación de no juntar el virus con el Señor Jesús, así que hay también que ser un poco prudente”.
“En este punto dijimos: pero “¿por qué una persona bautizada no puede dejar una marca cristiana en aquellos que están enfermos?”
“Comenzando con aquellos que están en la familia, los hijos, los nietos, bendigan a sus abuelos, a sus padres. Así hacen una señal de fe para ellos”.
“La Iglesia -agrega- dice que teniendo el propósito, entonces, de confesar sacramentalmente lo antes posible, recibo el perdón de Dios. Aquí, quería recordarles a los fieles esta posibilidad”.
[Fuente: Razón + Fe]