TREINTA ANIVERSARIO DE ORDENACIÓN SACERDOTAL DEL PADRE ENRIQUE QUIROGA CIVERA

En un reportaje realizado para el programa de Iglesia en Marcha por el CENACOM, el Pbro. Enrique Quiroga Civera nos comparte su recorrido ministerial:

¿Qué lo llevo al sacerdocio?
Esto no hubiese sido posible si no fuera por un sacerdote que fue mi párroco, quien en una oportunidad al llamar lista a los monaguillos de mi parroquia me dijo “tú serás un sacerdote”, en un segundo momento, la vida de fe y de entrega de mi madre que fue de vital importancia y me preparo para escuchar el llamado de Dios.

¿Cómo conoció a Jesús?
A través de la oración y la vida de fe reflejada en mi madre.
¿Está de acuerdo con la doctrina de la Iglesia?
Con toda seguridad, de no estarlo estaría fuera de ella, para mi es fundamental la fe y lo que la iglesia predica en torno a la revelación recibida por Jesucristo, yo soy miembro de esta comunidad y mi vida de fe se entiende solo desde esos aspectos que la iglesia predica, anuncia y vive en torno a los contenidos de fe revelados en Jesucristo.

¿Cómo se imagina a Dios y a la vida Eterna?
A Dios siempre lo imagino como el sumo y supremo amor, aquel que está siempre pendiente de nosotros no solo lo imagino sino que busco vivirlo en aquel rostro revelado en Jesús, un rostro de padre amoroso que quiere la vida y la salvación de sus hijo que creo.

Compártanos una anécdota en sus 30 años de sacerdote
Existen muchas anécdotas, el encuentro con la gente, pero lo que ha ido marcando la mayor parte de mi vida sacerdotal ha sido la fe, el entusiasmo y el fervor de los niños el dinamismo y la gran afluencia de los jóvenes y la necesidad que ellos tienen de Dios, de aquella gente humilde y entregada y que silenciosamente está apoyando para que el sacerdote cumpla con su misión, siempre con sus oraciones, su cercanía y comprensión, vital en estos 30 años.
Ha sido un tiempo de dificultades y de muchas realizaciones y fervor apostólico, hubo momentos en el que uno puede decir: “ha tocado el cielo con las manos”, aunque también hubieron momentos dolorosos cuando ves que las cosas no parecen tener fruto y parece que uno fuera sembrando sin resultados, pero eso pasa porque a veces soy muy exigente conmigo mismo y espero mucho de los demás y eso se torna frustrante, llega un momento de decir que es obra del Señor, no nuestra, entonces ponemos las cosas en sus manos.
Estos 30 años de vida ministerial han estado marcados por la misericordia del Señor, de no haber sido por eso creo que en muchos momentos uno hubiese tirado la toalla y cambiado de rumbo, pero es el Señor que en su gran Misericordia ha ido sosteniendo en esos momentos de incomprensión, de dolor, sufrimiento y ha ido manifestando esa cercanía, el casi te habla a través de las personas, ha habido momentos maravillosos y con toda seguridad está marcado por la belleza del amor de Dios que se ha ido manifestando, eso es lo que me sostiene, donde encontré mi fortaleza, mi seguridad, mi refugio y mi alegría, un amor de Dios manifestado en los detalles de las personas que él ha puesto en mi camino, personas que me ayudaron a superar muchas cosas.
Creo que las dificultados no han sido sino para crecer y salir adelante, un motivo para entrar en la dimensión del amor de Dios.

¿Qué se siente al cumplir 30 años de sacerdocio?
A mitad de camino y por mucho camino por recorrer, muchas tareas por realizar, mucho que dar a esta Iglesia a la cual el Señor me ha dado el ministerio sin merito mío, es por eso que una de las lecturas que escogí para mi Ordenación Sacerdotal fue la de San Pablo a los Corintios “llevamos este tesoro en vasijas de barro para que no se note que es nuestra fuerza sino el amor de Dios”.
Yo mismo me sorprendo que a pesar de mi fragilidad, a pesar de mi pequeñez el Señor sigue llegando con ese mensaje de salvación, a veces ni yo mismo me doy cuenta de lo que estoy haciendo porque sé que el Espíritu de Dios está trabajando muy a pesar mío, mucho más allá de mis debilidades.
Me siento muy agradecido con Dios y en deuda por el gran amor de Dios que se ha manifestado y vertido en mi vida, es por eso que el siempre será la luz en mí, ese alimento que me energiza, esa alegría que ilumina mi rostro en los momentos de soledad y oscuridad, será siempre el amor de Dios que se manifiesta en los sacramentos, en la vida de la gente, de todas las formas que él se manifiesta para que llegue a mi corazón.

¿Alguien quiso seguir sus pasos?
Una de las cosas más bonitas que aunque no se llegó a concretizar fue en una oportunidad después de la celebración de Domingo de Ramos al quitarme los ornamentos litúrgicos, se acerca un joven y me dice: “Padre yo quiero ser como usted” mi respuesta fue: “Como yo, no, como Cristo sí, porque yo soy un servidor de Cristo”.

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