Diác. Javier Gómez, SSP: “¿Tienes una dificultad? Tal vez sea por esto…”
Las dificultades te hacen ver cuán pequeño e incapaz eres, y cuánto sirven tus usuales soportes. Si te estuviste apoyando en algo o alguien errado, la impotencia ante la dificultad te lo hará saber. Si te estabas sustentando en tus propias fuerzas, pero sentías que eras el mejor hijo del mundo porque, cuando orabas a Dios, le decías “hágase tu voluntad” en el padrenuestro, la adversidad te hará saber que realmente no le escuchabas y hacías la tuya.
Tal vez hubo una ocasión en la que oraste y resultó como querías, pero si lo hiciste otra vez y esta vez no, estás aprendiendo que el mundo no gira en torno a ti, que hay cientos de cosas que no puedes controlar, y que no todas las cosas que pedimos en oración son buenas o nos convienen aunque las pidamos con mucha fe: Dios es un Padre misericordioso, con voluntad propia y Sabiduría infinita más allá del tiempo, que no siempre hace lo que pensamos que es beneficioso para nosotros sino lo que realmente sí lo es.
La convivencia te dirá sobre tu soberbia: Si cuando convives con los demás y estos no se comportan como esperas de ellos, te sientes “decepcionado”, “traicionado”, “frustrado”, “molesto” (etc.) y quién sabe, si con ganas de tener un botón que los desaparezca, al menos por algunos días, piénsalo: ellos también son hijos de Dios en los cuales Él también se manifiesta, en tus actuales circunstancias, para darte un mensaje de maduración, que tal vez te haga salir de tu burbuja mental.
Tendemos a decirle “inteligentes” a las personas que manifiestan acuerdo con nuestros puntos de vista: hora de pensar que tal vez necesitas ceder y cambiar de actitud respecto a algo. Tendemos a rechazar y etiquetar al “diferente”, a inculcarlo a los niños diciéndoles “no te juntes con este” sin preguntar por qué lo es y se comporta así.
Enfermedad y muerte también harán lo suyo por hacerte ver tu pequeñez: te harán saber si amas porque necesitas, o necesitas porque amas. Te harán concienciar si quieres a alguien a tu lado para ser feliz tú, o que ambos sean felices mutuamente, o si dependes de esa persona como un propósito errado de tu vida. Nuestro deber es amar principalmente a Dios, sobre todas las cosas. La parca y la afección te harán concienciar lo vanos de algunos de tus esfuerzos, lo absurdo de algunas de tus prioridades y cuánto mienten algunos libros de “superación personal”.
El miedo te hará ver lo que no dominas: tus límites. Deberás discernir cuán reales o mentales son. Te hará ver cuán cliché son tus frases de triunfo, tus creencias, cuánto es superable y cuánto es de fobia. Aprenderás, tal vez, de forma vivencial, abandonarte en Dios.
La imperfección del mundo te hará ver que no vives en el Paraíso, que esta es una realidad que se vive y construye por fe: tanto la creencia en él, como el cómo usamos la misma para ser mejores cada día y así poder ganarnos la recompensa eterna. Recuerda, nada pasa por casualidad, pero no todo es voluntad de Dios porque Él respeta la tuya: También sabemos que Dios dispone todas las cosas para bien de los que lo aman, a quienes Él ha escogido y llamado (Rm 8,28).
(Autor: Diácono Javier E. Gómez Graterol, SSP)