Edafología espiritual o cristiana
Tres domingos escucharemos, a partir de este domingo, una serie de parábolas de Jesús sobre la vida espiritual o cristiana, que el evangelista Mateo ha reunido en el capítulo 13, en el tercero de los “discursos” o “sermones” que ofrece en su evangelio. El domingo pasado hablamos sobre el “vivir según el Espíritu”. Las parábolas o ejemplos que Jesús nos da en los evangelios son llamadas al corazón para que nos esforcemos en vivir según el espíritu de Cristo. Las parábolas están tomadas de la vida o del ambiente del campo, pero como dice Jesús mismo, ante estas parábolas, algunos “oyen y no entienden”, o “miran y no ven”. Pero a la gente “sencilla“ se le ha dado a conocer los misterios del reino de Dios. ¿Intentamos entender las parábolas de Jesús?
La edafología es el estudio científico de los suelos. En cierta manera, es lo que hace el gran Maestro Jesús en el plano espiritual, con la parábola del sembrador, que nos puede ayudar a vivir según el Espíritu. Se trata de una de las parábolas que tiene una explicación del mismo Jesús. Él no suele explicar sus parábolas. Y la explicación nos hace mucho bien a todos para poder aprovechar y vivir una profunda vida cristiana o en el Espíritu. Entendamos que la primera dificultad para el crecimiento de la semilla de la Palabra de Dios es la dispersión.
Hay muchas personas-camino. Son aquellas por donde pasan muchas cosas. Todos pesan, agobian, preocupan y dispersan. La semilla no puede crecer en esas condiciones. ¡Cuánto necesitamos todos -desde el Papa hasta el niño que empieza a tener conciencia-, de la Palabra de Dios! El demonio -no deja de actuar- aleja fácilmente la semilla de la gracia. Las personas-camino se llenan innecesariamente de muchas cosas, están siempre pendientes de novedades y rumores, leen indiscriminadamente y viven sin tiempo ni capacidad de concentración, silencio y soledad. En pocas palabras, están vacíos por falta de oración.
Hay otras dificultades para la semilla de la palabra que el divino Sembrador ha sembrado. Así, la inconstancia, fruto a la vez de la superficialidad. Son las personas-pedregales. Poca tierra, delgada capa de humus. La tercera dificultad proviene de la “seducción de las riquezas”. La avaricia y el espíritu competitivo son las espinas que ahogan todo el germen del bien y virtud. La semilla a que se refiere la parábola es, claramente, la palabra de la gracia, la salvación, la unión con Dios, dejando que el Espíritu Santo actúe en cada uno de nosotros.
La Palabra de Dios nos interpela muy personalmente, si la dejamos resonar en nuestro corazón. Nos ilumina, nos juzga, nos ayuda a discernir, nos estimula, no nos deja en paz. Pero pueden ponerse en marcha, casi insensiblemente, mecanismos de autodefensa que impiden que tomemos en serio lo que Dios nos ha dicho. No lo dudemos, la parábola de hoy incluye una advertencia a todo creyente: tenemos que vivir vigilantes, pues el Demonio puede robarnos la semilla de la Palabra de Dios que hemos escuchado y que el Señor ha sembrado en el terreno de nuestro corazón.
Sucre, 12 de julio de 2020
Fray Jesús Pérez Rodríguez, O.F.M.
Arzobispo emérito de Sucre