“Devoción a la Virgen de Guadalupe de La Plata” HISTORIA

12.09.2020//CENACOM// El mes de septiembre para los chuquisaqueños está dedicado a nuestra Madre la Virgen María en la advocación de Guadalupe, congregando a sus fieles el 8 de septiembre celebrando la natividad de María la madre de Jesús, una fiesta que une los corazones devotos en torno a la “Mamita Gualala”, cariñosamente llamada. Catalogada como la imagen más rica de América.

Según el inventario de 1784 asciende a 10.565 piezas de joyas cada una más preciosa que la otra. Ofrendas de las damas chuquisaqueñas y personajes importantes en la historia como el Libertador Simón Bolívar.

En un reportaje por el Centro Arzobispal de Comunicación, Mons. Jesús Pérez Rodríguez, Arzobispo Emérito de la Arquidiócesis de Sucre con 84 años de edad nacido en España, pero chuquisaqueño de corazón, habitante desde hace más de medio siglo y testigo de varios acontecimientos históricos en honor a nuestra madre, expresa el sentimiento profundo de su contemplación, a la patrona espiritual de Chuquisaca y comparte la historia de la Devoción a la Virgen de Guadalupe, una devoción que se remonta en Extremadura- España y llega en tiempos de la Colonia con el Fray Diego de Ocaña, pasando por Potosí y Charcas el año 1601.

HISTORIA VIRGEN DE GUADALUPE

Devoción a la Virgen de Guadalupe de La Plata

La devoción a la Virgen de Guadalupe nace en España

La fe a la Virgen de Guadalupe o Virgen “Morena” se remonta a los Reyes Católicos españoles Fernando II e Isabel I, que tenían a Guadalupe como la figura predilecta de su devoción.
Isabel I fue quien ofreció un apoyo determinante para que Cristóbal Colón realizara el descubrimiento de América y el mismo Colón, como los conquistadores Hernán Cortez y Francisco Pizarro, se encomendaron a Guadalupe para que les protegiera en las campañas colonizadoras del nuevo mundo antes de partir en sus travesías, apunta Querejazu.
Una vez instalado el dominio colonial en América, señala Francisco Gil García, los conquistadores ibéricos en su mayoría se declararon devotos a Guadalupe y por ello la orden de los Jerónimos que custodiaban la imagen divina, mandaron emisarios al nuevo mundo a levantar altares en su honor. Así llega a la Real Audiencia de Charcas, Fray Diego de Ocaña, con la misión de replicar la imagen y erigir altares en el vasto territorio conquistado que recorrió de 1599 a 1605.

Virgen de Guadalupe de Extremadura – España

En septiembre del año 1601, hallábase en la ciudad de Potosí el padre religioso Jerónimo Fray Diego de Ocaña celebrando la primera festividad de la Virgen de Guadalupe cuya imagen había sido pintado para el convento de San Francisco, cuando el obispo Vergara que se encontraba presente lo invitó a pasar a su sede de Chuquisaca o charcas para pintarle otra semejante.

Llegado de España Fray Diego de Ocaña munido de cédulas reales y pontificia para la fundación de cofradías de la Virgen de Guadalupe el mismo cuenta que llegó a la ciudad invitado por el obispo Don Alonso Ramírez de Vergara con quién se había encontrado en Potosí y le había pedido que se trasladará a la sede de la diócesis para pintar una imagen de la Virgen de Guadalupe inspirándose en la de Extremadura. Así lo hizo instalándose en la casa del Deam Don Juan de Larrategui quién le entregó todo lo necesario para el trabajo, que duró dos meses.

Virgen de Guadalupe de La Plata

“Acabada pues la imagen con la riqueza donada por las damas de alcurnia y el pueblo, se trató luego de ponerla Donde había de estar que fue en la capilla del Señor Obispo la cual es muy curiosa y la mejor que hay en la iglesia Mayor; y el día que para esto se señaló fue la primera Dominica después de Epifanía; para lo cual el obispo mandó que de todos los pueblos que están alrededor de la ciudad viniesen los curas con todas sus cofradías, cruces y pendones, andas y danzas de su gente las cuales fueron tantas que querer contarlas era dificultoso”. Ocaña

Se celebraron misas el sábado anterior a la entronización, donde tuvo lugar la gran procesión con otras diversiones; corrida de toros, mascaradas, juegos de la caña, fuegos artificiales, carreras de caballos, carros alegóricos, se estrenó una comedia escrita por el mismo Ocaña.

“El sábado antes en la noche se sacó la imagen de la casa del Deam y se llevó al convento de las monjas que hay en la Ciudad. Aunque era más de la 9 de la noche cuando se llevó de causa que llovía mucho y estando el tiempos tan metidos en agua, porque solía ordinariamente llover 2 meses y actualmente estando lloviendo tanto comenzó el Deam a entristecerse porque había muchas fiestas ordenadas y forzosamente se habían de cancelar por el agua, mandó que la imagen no se sacase de su casa hasta que pasen las aguas, lo cual como yo vi y que ya estaba hecho los gastos dije que aquella fiesta era la de Nuestra Señora y que por ella se hacía, que ella volvería por su causa que la sacásemos que el agua cesaría.

Fue cosa notable que así como la imagen salió de casa cesó el agua de tal suerte que hasta que pasaron los nueve días no cayó gota de agua; y después de acabado el novenario aquella misma noche llovió tanto que pensamos ser anegados”. Ocaña

Milagro del movimiento telúrico (Sismo)

En las actas capitulares existe una importante mención del movimiento telúrico  producido en la ciudad de La Plata del 23 de noviembre de 1601. La leyenda cuenta que nuestra madre hizo el milagro de aplacar ese sismo.

“A los 11 días del mes de noviembre del año 1601 que fue sábado estando yo, en el coro de la catedral de esta ciudad con el Dean y demás Prebendados de esa iglesia de Charcas, oyendo la misa de nuestra Señora que se había comenzado con grandísima solemnidad y mucha música así de voces como de instrumentos, que las tiene esta iglesia mucha y buena; siendo la capilla mejor de todos los Reinos del Perú; estando en la gloria de la misa, vino tan grande temblor de tierra en toda la ciudad y comarca que pareció ser la del fin del mundo, porque la iglesia es de bóveda y comenzó a despedir de sí algunos pedazos y las paredes corrían la misma suerte y yo entendiendo que se caía la iglesia, temiendo quedar allí enterrado con todos los demás dí una gran de voz diciendo:  “Madre de Dios de Guadalupe favorécenos aquí”; y acabado de decir estas palabras levanté los ojos y vi las paredes de la iglesia que teníamos a la espalda a una parte y la bóveda a otra parte, y por la abertura del cielo tan claro, viendo esto, puse las manos y encomendé a nuestra Señora. Este temblor duro muy poco no más de cuánto se puede decir un Ave María, porque si dura un poco más no quedara cosa en pie de toda la ciudad. La ciudad recibió mucho daño, cayeron algunas casas y las que quedaron tan abiertas y lastimadas que gastaron mucho en repararlas. Esto fue causa de que la gente aterrorizada tuviese alguna devoción con nuestra Señora y así hizo toda la ciudad un voto de celebrarle una fiesta cada año”.

En las actas capitulares del archivo del Cabildo Metropolitano, encontramos varios documentos en el que las autoridades tanto religiosas como civiles, establecen diversas manifestaciones de culto a la Virgen de Guadalupe a la que acude el pueblo tanto en sus amarguras como en sus días de regocijo.

Determinaron una solemne fiesta cada año a Nuestra Señora de Guadalupe donde fueron encargados los señores maestros Don Domingo Almeida y Señor González, que debe comunicarse a la Real Audiencia, para el siguiente año se hizo una gran fiesta.

Santuario de nuestra Señora de Guadalupe

En el año 1812 se establece de acuerdo entre las autoridades de la Iglesia y la Real Audiencia una fiesta votiva perpetua en honor de la Virgen. En los documentos que tenemos a la vista del archivo del Cabildo Catedralicio, contemplamos las memorables fiestas dedicadas a esta Virgen bendita, cuando la Real Audiencia presidida por el General D. Juan Ramírez decreta la celebración de una fiesta en homenaje a la Virgen de Guadalupe patrona de Chuquisaca, como un acto de gratitud por la victoria de sus armas que lucharon bajo el amparo de la Madre de Dios.

La edificación de la misma Capilla o Santuario el obispo Vergara había solicitado al Cabildo un sitio dentro de la Iglesia Catedral, para edificar en ella una pequeña capilla, en cuya cripta descansar y sus restos. Este fue el fin primordial a que estaba destinada la Capilla y sólo cuando vio pintada la Imagen de Guadalupe, tuvo la idea de destinarla para ella. Pero como era tan pequeña y su culto se extendía, el Arzobispo Fray Jerónimo Méndez de la Tiedra, ordenó ampliarla y restaurarla, abriendo una puerta para comunicarla para comunicar la con la calle, con una hermosa portada de piedra artísticamente labrada y que hacía juego con la Catedral. Era el año 1617

Fernando Arias de Ugarte que gobernó la Arquidiócesis de 1626 a 1629, al ser promovido a la silla arzobispal de Lima dejó el legado de 10.000 pesos para la construcción de un altar para la Virgen Guadalupana e instituyó una capellanía con 250 pesos de renta para el sostenimiento de su culto. Fue tal la devoción por la Virgen que no hubo prelado que no se hubiese desprendido de sus anillos o pectorales para depositarlos a los pies de Guadalupe. Con ellos rivalizaron muchos canónigos y capellanes del Sagrario entre estos últimos merece citarse al de Antonio Rojas y Argandoña, el que en 1784 cambió el Lienzo de la imagen por una plancha de oro y plata. Merecen también destacada figuración los Capellanes de D. José Antonio de Vega y de Fernando Ignacio de Aragón, catedrático de la Universidad San Francisco Xavier, quienes con munificencia embellecieron su templo, mereciendo estrenarse su restauración con una solemne pontifical, celebrada por el Arzobispo de La Plata D. Juan Queipo de Llano y Valdez. No terminamos de relatar el desprendimiento con qué rivalizaron tanto religiosos como Civiles, para enriquecer al camarín de la Virgen con valiosos obsequios, sus nombres se encuentran grabados y conservados en los libros e inventarios antiguos en el archivo de la Sala Capitular.

Imagen de la Virgen de Guadalupe

Primitivamente la imagen estuvo pintada en un lienzo que medía 1.26 mts. De alto por unos 80 centímetros de ancho. Inicialmente esta imagen es pintada en el Lienzo y todas las joyas fueron cosidas y pegadas, en esta forma se conservó esta imagen de Guadalupe en que fueron los devotos de la Virgen cosiendo las joyas hasta el año 1784.

De ella, no se descubre hoy más que el rostro de la Virgen y del niño Jesús que tiene en sus brazos, fue ella reemplazada en 1784 por una plancha de oro y plata, al rasgarse el lienzo a causa del peso de las joyas que la gente por gratitud a sus oraciones donaron a la imagen. Cuando el entonces Capellán del Sagrario D. Pedro Antonio de Rojas y Argandoña encomendó el trabajo de la plancha de plata repujada al platero D. José Alcalá. Se nota que las manos de la Virgen, la una que empuña un cetro de oro cuajada de diamantes, esmeraldas y rubíes y la otra sostiene al niño llenos los dedos de sortijas de oro en alto relieve, de modo que de la pintura original ya nada queda, a excepción de los rostros.

Finalmente fuera de los collares de perlas que lleva la Virgen de Guadalupe vemos infinidad de ellas repartidas en todo el manto de plata repujada, bordeando las varias figuras que forman el manto y cuyo número según el inventario de 1784 ascendía a 10.565 piezas de joyas cada una más preciosa que la otra. Catalogada la imagen más rica de América.

Catalogar con una descripción detallada de las joyas, su número y valor sería un trabajo largo, lo que nos ocuparía un libro aparte. Pero debemos citar tres medallas de gran valor histórico que hemos visto custodiadas en la misma imagen. Ellas son una medalla que lleva la inscripción de la Batalla de Junín y Ayacucho, que ha debido a pertenecer al libertador Simón Bolívar, quién hizo este valioso obsequio a la Madre de Dios que protegió las tropas libertarias de América. Otra medalla de inmenso valor, es la que el ejército argentino condecoró a la mujer más valerosa y auténtica heroína Alto-peruana Doña Juana Azurduy de Padilla, concediéndola el grado de Generala del ejército argentino. También una medalla que la familia del presidente Aniceto Arce concedió al Señor Urioste, por haberle prestado significativo servicio, cuando la Revolución había estallado mientras en la Catedral se cantaba el solemne Te Deum.

En un diminuto baúl de oro, se encuentra encerrado un proyectil que los enemigos del presidente Isidro Belzu, dispararon contra él hiriéndole, cuando se encontraba en el Prado y al salvarse milagrosamente rindió su gratitud a la Virgen del Carmen, mandando edificar una capilla en el mismo lugar en el que fue agredido.

La imagen se encuentra encerrada en una enorme urna de plata, de una labor estupenda repujado admirablemente del siglo XVIII. Por delante la cubre un grueso cristal, al pie de la imagen se encuentra una media luna de plata repujada, que más parece imitar a la balsa que utilizaban los indios del Lago Titicaca.

La víspera del 8 de septiembre de cada año, día consagrado por la iglesia a conmemorar la Natividad de la Virgen y en nuestra ciudad a la Virgen de Guadalupe, es de práctica descubrir la urna, sacar la imagen y prender nuevos donativos. De vuelta a su lugar es conducida procesionalmente a la Catedral para cantarle las solemnes Vísperas con que da principio a la celebración de las tradicionales salves de la noche y muchísimas misas en la mañana y durante todo el octavario. Incluso la Solemne Misa pontifical y después de ella la procesión por la Plaza de Armas, que concentra a toda la población y tributa en esta forma su veneración a la patrona de la ciudad de la Plata.

En otro tiempo cuando la ciudad era asiento del Gobierno de la Nación Boliviana, estas fiestas revestían mayor solemnidad con la asistencia del Jefe de la nación con sus Ministros, Cuerpo Diplomático y Ejército con traje de gala. En la noche se iluminaba profundamente la plaza 25 de Mayo, una banda del ejército tocaba una retreta, se iluminaba los templos principalmente la iglesia Catedral. En esta oportunidad no podían faltar las famosas corridas de toros, festejos impuestos por la colonia.

Concluidos los cultos tributados por el Cabildo Metropolitano y Pueblo Católico de Sucre, en su iglesia Catedral es nuevamente transportada la imagen de Guadalupe a su Sagrario, donde se da comienzo a otra semana de culto religiosos, de fama por la cantidad de misas que se celebraban diariamente con pompa y solemnidad.

El pueblo con su sencillez peculiar, suele acompañar estos cultos públicos con el campo de coplas populares que llevan un tinte folclórico muy sentido.

Virgen de Guadalupe España (Extremadura)


Según relata Roberto Querejazu, la fe a la Virgen de Guadalupe o Virgen “Morena” se remonta a los Reyes Católicos españoles Fernando II e Isabel I, que tenían a Guadalupe como la figura predilecta de su devoción.

Isabel I fue quien ofreció un apoyo determinante para que Cristóbal Colón realizara el descubrimiento de América y el mismo Colón, como los conquistadores Hernán Cortez y Francisco Pizarro, se encomendaron a Guadalupe para que les protegiera en las campañas colonizadoras del nuevo mundo antes de partir en sus travesías, apunta Querejazu.

Una vez instalado el dominio colonial en América, señala Francisco Gil García, los conquistadores ibéricos en su mayoría se declararon devotos a Guadalupe y por ello la orden de los Jerónimos que custodiaban la imagen divina, mandaron emisarios al nuevo mundo a levantar altares en su honor. Así llega a la Real Audiencia de Charcas, Fray Diego de Ocaña, con la misión de replicar la imagen y erigir altares en el vasto territorio conquistado que recorrió de 1599 a 1605.

Coincidencia fortuita, que el obispo de Charcas se encontrara en Potosí justo en ese preciso instante cuando Ocaña realizaba la réplica de la figura guadalupana, tanto que podría ser una acción de la providencia divina a la que aún no se le ha dado mucha relevancia por los fieles de la Mamita.

Ahí se encuentra un primer mito sobre la creación de la Virgen de Guadalupe de Sucre. La historiografía se encargará de desmentir este “milagro”, ya que resulta difícil creer que Ocaña haya sido enviado a América a replicar imágenes de la figura santa, sin tener nociones de pintura. Sin embargo, se reconoce el afán del creyente Ocaña, de brindarle un contorno milagroso a la creación de la imagen de la “Gualala”, acaso para cumplir su misión de impulsar la fe y devoción de los católicos platenses.


MITOS ¿UN HALLAZGO?


Un segundo mito sobre la aparición de la Virgen de Guadalupe, que persiste hasta estos días, es recogido en una de sus versiones por Felipe Costas Arguedas, en su Diccionario del Folclore Boliviano. En sus páginas se relata cómo un burro que cargaba una caja, frecuentaba un pastizal cercano a la Catedral y que el animal corría despavorido cuando los pasantes curiosos por ver que había en su carga se le acercaban. Tras varios intentos infructuosos por cazar a la bestia, se acudió a las autoridades eclesiásticas con las que el animal reaccionó mansamente, dejando desmontar su carga. Para sorpresa de todos, la caja contenía la imagen de la Mamita Guadalupe. Acto seguido se determinó que en esos pastizales se construiría la capilla para su descanso y se la nombraría patrona de la ciudad, ya que los sucesos de su hallazgo fueron interpretados como un designio divino.

Probablemente este mito se desarrolló con posterioridad a los sucesos descritos por la historiografía. Y esto se podría explicar también por la importancia de que la fe reviste para los creyentes, como se verá al seguir la narración del Monje Jerónimo Ocaña.  

Probablemente la representación escénica conmovió al público y alimentó su fe en el poder divino de la nueva Patrona de La Plata, sin embargo fue evidente que los milagros no dejaban de ser ajenos a su contexto. El mito de la aparición por intersección divina de la Virgen cargada por esa celosa bestia, que se amansó ante las autoridades eclesiales  para revelar su tesoro, sería una primera forma de reconocer un primer milagro de la “Gualala” en las nuevas tierras americanas, donde ahora ejercía su poder divino. De nuevo se ve la ferviente necesidad de los fieles de alimentar la fe.

Desde entonces los milagros de la mamita “Gualala”, los mitos y leyendas, si se les quiere llamar así, no cesaron, alimentando la fe de los creyentes.

Que este año nuevamente se reafirmará y festejará con la Celebración de la Virgen de Guadalupe, como se ha venido realizando desde hace siglos a principios de septiembre, con las continuas variaciones que impone el paso del tiempo y con el componente permanente de renovar la fe de los católicos.

La diversas formas de las expresiones de fe hasta el presente

Si bien la celebración de  la Patrona espiritual de Chuquisaca es uno de los actos centrales de la vida católica de la región desde 1601, a lo largo de los siglos la celebración inevitablemente ha evolucionado.

Ya en tiempos de la Colonia era tradicional sacar a la virgencita de su capilla para realizar una procesión, luego, diverso actos litúrgicos como las pre novenas, novenas y la roma menor, se ofrecían en honor a la patrona.

La celebración terminaba en la capilla de El Abra una zona alejada del casco histórico de la ciudad, donde también existe una imagen de la Virgen Morena, en ese lugar se realizaba un festejo popular en el que los bailarines Thanta Morenos eran invitados a amenizar la circunstancia. Esta sería la primera danza que se practicó para el festejo de la Virgen, explica el investigador Felipe Medina.

Ya en el siglo XX, las prácticas relacionadas con la celebración se mantuvieron de un modo similar, conservando la tradición como símbolo de devoción.

Pero a partir de 1987, el comité de festejos incorporó una variación en el programa, que con los años se convertirá en la ahora tradicional Entrada de la Virgen de Guadalupe. El comité organizativo incluyó a un grupo de devotas que ahora se las conoce como las “Gualalas” cuya presidenta es la señora Aida Peredo de Acosta, quienes impulsaron las primeras formas de un desfile folclórico en honor a la Virgen.

Peredo recuerda que desde entonces ellas, Las Gualalas, se han encargado de organizar este desfile bajo la única motivación de su devoción a la mamita.

¿Quién causa tanta alegría a Sucre? ¡La Virgen Santa de Guadalupe!

Bibliografía:

  • Archivo Arquidiocesano Sucre – Seminario San Cristóbal -“Historia de la Iglesia en La Plata” – Mons. Julio Garcia Quintanilla de 1963 
    -“Recorrido del nuevo mundo” (Manuscrito Fray Diego de Ocaña, Orden de los Jerónimos)
  • Museo de la Catedral –  Calle Nicolas Ortiz, 61 Sucre
  • Museo de la Recoleta – Calle Polanco 162, Sucre

Agradecimiento:

Monseñor Jesús Pérez Rodriguez, Arzobispo Emérito de la Arquidiócesis de Sucre

Lic. Iván Gutierrez, Director Museo de la Catedral 

Kenny Prieto Bellido, Seminarista

Reportaje:

Centro Arzobispal de Comunicación Sucre – Dirección Lic. Mishel Lescano Durán.

Sucre, 12 de Septiembre 2020