Entrevista con Monseñor Centellas: “Van a encontrar en mí un amigo”
RECIENTEMENTE NOMBRADO ARZOBISPO DE SUCRE POR EL PAPA
“El que llegue a ser Presidente, tiene que despojarse de sí mismo y de su partido”, reflexiona
Vuelve a casa. Sucre no es un lugar extraño para el monseñor Ricardo Centellas, presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB), recientemente nombrado por el Papa como nuevo arzobispo de La Plata. Vivió, se inició como religioso y trabajó por varios años en la capital. Hoy se encuentra preparándose para asumir el cargo, que tendrá lugar el 16 de abril en la Catedral. Antes de eso, accede a esta entrevista, en el que habla de su nombramiento, de la situación de la Iglesia y de la vida política del país.
¿Cómo está Monseñor? ¿Cómo tomó su designación?
Es un momento especial, pero lo tomo como parte del vida sacerdotal. Nosotros no podemos instalarnos ni en lugares, ni en experiencias, ni en mentalidades. Tenemos que renovarnos constantemente, cambiar e intentar responder con fidelidad al llamado de Dios.
¿Cuál su relación con Sucre?
Yo entré al Seminario acá en 1982 (…) Mi parroquia es Camargo, me bauticé en Camargo y también me ordené sacerdote en Camargo, y luego trabajé por dos años en Padilla. Después fui a estudiar a Roma. A la vuelta, (me puse) a trabajar directamente en el Seminario por 15 años.
Entonces, conoce muy bien esta ciudad…
¡Ah, claro! La conozco muy bien. He estado 25 años o más en la Iglesia de Sucre y Chuquisaca.
¿Dónde nació?
En Surquistaca, una comunidad de Camargo. Ahí también comencé con mi vida vocacional, con el padre Otto. Con él vi lo que hace un sacerdote, la importancia que tiene un sacerdote para las comunidades, para las parroquias, sobre todo, para las personas que más sufren.
¿Cómo está la Iglesia en el país?
La Iglesia universal está transformándose, respondiendo a lo que el mundo le pide. Y el mundo, actualmente, le pide que se abra a los cambios que está viviendo. Por ejemplo, el asumir el mundo y la cultura digital. Uno no puede, en este tiempo, estar fuera del mundo digital. Hay que estar, responder a los problemas más urgentes, como esta espiral de violencia, que cada vez es más fuerte en todos los estratos y todos los lugares; respondiendo a la desintegración de la vida. Yo creo que una de las grandes misiones de la Iglesia es cuidar, proteger y acompañar el desarrollo integral de la vida. Y ahora tenemos grandes desafíos en ese sentido (…).
Los feligreses no asisten a las iglesias como antes. ¿Qué está pasando?
Bueno, eso tiene bajadas y subidas. La gran mayoría de los bautizados no está comprometida con la Iglesia (…). Yo me animaría a decir que el 10 por ciento o menos participa de la eucaristía dominical (…). Su participación es ocasional o en días festivos. Entonces, lo que hay que trabajar es que se involucren con mayor fervor en la vida de la Iglesia. Pero, por otra parte, crecen los grupos parroquiales, los grupos que trabajan por entender con mayor profundidad la vida de Jesús (…).
Después de 14 años del gobierno del MAS, ¿ha cambiado la situación de la Iglesia?
Los cambios de gobierno no afectan a la vida de la Iglesia. Lo que afecta a la vida de la Iglesia son los cambios en el mundo, en la sociedad. Por ejemplo, en los últimos 50 años, la secularización se ha hechio cada vez más fuerte. El mundo del relativismo, cuando el hombre piensa que todo lo puede hacer (…) Ese mundo, (el) del relativismo, ahora es fuerte. La Iglesia no está de acuerdo ni con la secularización ni con el relativismo. Entonces, tenemos que intentar revertir esta situación. Son tendencias que nos deshumanizan (…).
Usted siempre fue una voz sobresaliente con el anterior gobierno. ¿Seguirá ejerciendo ese papel?
Esa es la línea de la Iglesia. A la Iglesia no le interesa quién está de presidente. Lo que nos interesa es la transformación de la sociedad. Si la sociedad boliviana no se trasforma, (se vuelve) más humana, más fraterna y solidaria, indudablemente, nosotros levantamos la voz, pero no porque sea tal gobierno, sino porque nosotros buscamos la humanización del hombre, porque es la misión de la Iglesia. Entonces, todo lo que es violencia, corrupción, falta de transparencia, todo lo que es ganancias ilícitas, todo lo que es buscar simplemente beneficios personales, es antievangélico, y tenemos que denunciarlo. Es nuestra misión. Esa línea jamás la perderá la Iglesia.
En este gobierno de transición también, ¿no?
En todos los gobiernos. Yo creo que no hay gobierno que se salve. El gran problema es la identidad política. El ser político es trabajar por la población. El que llegue a ser presidente tiene que despojarse de sí mismo y de su partido, fuera su partido y trabajar por todos los bolivianos (…). Yo creeré en un presidente (…) cuando entre rico y salga pobre (…) ¡Cómo es posible que un servidor público gane siete u ocho veces más que el salario mínimo! Ahí no hay ninguna justicia social (…).
Estamos en etapa electoral otra vez. ¿Cómo está viendo este proceso?
Estamos siguiendo muy de cerca el proceso electoral. Nos interesa, sobre todo, que en Bolivia aparezcan nuevos aires de lucha por Bolivia (…). Lo que debe definir este proceso electoral no son las personas, no son los colores, sino el proyecto por Bolivia. Es lo debe enamorar al ciudadano para que emita su voto de manera conciente. Yo creo que es hora de que (se acaben) estos votos consigna, estos votos de ambiente sindical, donde dicen ‘todos vamos a votar por esto…’ (…). Un cambio muy sencillo, interesante, sería que en el próximo gobierno trabaje sin (el llamado) aval político, sino valorando a las personas por lo que saben hacer.
¿Cuál su misión y qué va a encontrar la población de Sucre en monseñor Centellas?
Lo primero que tenemos que hacer donde vayamos (…) es escuchar, encontrarse con los niños, con los jóvenes, con las personas mayores, las parroquias, con todos (…). La Iglesia no trabaja para que haya más bautizados, sino para que el cristiano de hoy sea cualificado, maduro en la fe; la Iglesia trabaja por la humanización, por la vida digna. En este mundo, el que no trabaja por la vida digna, yo creo que está fuera de sí (…) No soy de oficina, intento estar en la calle, en las comunidades parroquiales. Lo que van a encontrar en mí es un amigo, un peregrino que camina por la vida y que intenta trabajar por la vida digna de cada persona. No me interesa si es católico o no.
[Fuente: Correo del Sur (16-02-2020)]