“GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES AMADOS POR ÉL” Mons. Adolfo Bittschi

25.12.2020//CENACOM// el Obispo Auxiliar de la Arquidiocesis exhorta a guardar estos acontecimientos de la historia de Salvación en el corazón como la Virgen y Madre María y meditarlos con fe en el SANTO ROSARIO. Pide también por nuestra patria BOLIVIA, lluvias suaves y abundantes donde aún no llovió. “Hoy vendrá a ustedes y mañana verán su gloria”.

HOMILIA MONS. ADOLFO BITTSCHI

NOCHE BUENA 24 DE DICIEMBRE

Queridos oyentes, les presento primero un sermón de san Agustín, obispo (Sermón 185: PL 38, 997-999)
“Alégrate: Dios se ha hecho hombre por ti. Por ti precisamente, Dios se ha hecho hombre. Hubieses muerto para siempre, si él no hubiera nacido en el tiempo. Nunca te hubieses visto libre de la carne del pecado, si él no hubiera aceptado la semejanza de la carne de pecado. Una inacabable miseria se hubiera apoderado de ti, si no hubiera llevado a cabo esta misericordia. Nunca hubieras vuelto a la vida, si él no hubiera venido al encuentro de tu muerte. Hubieras perecido, si él no hubiera venido.
Celebremos con alegría nuestra salvación y redención. Celebremos el día afortunado…que se convirtió para nosotros en justicia, santificación y redención: y así —como dice la Escritura—: El que se gloríe, que se gloríe en el Señor.
Pues la verdad brota de la tierra: Cristo, que dijo: Yo soy la verdad, nació de una virgen. Y la justicia mira desde el cielo: puesto que, al creer en el que ha nacido, el hombre no se ha encontrado justificado por sí mismo, sino por Dios. -Por pura gracia y ningún mérito.- La verdad brota de la tierra: la carne, de María. Y la justicia mira desde el cielo: porque el hombre no puede recibir nada, si no se lo dan desde el cielo.

Por eso, después que la Virgen dio a luz al Señor, el pregón de los ángeles de Dios fue así: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor”.

Esto es un aviso bien claro: si queremos paz debemos dar Gloria a Dios. Al revés: si nos falta la paz es porque no glorificamos al Dios de la vida como Él quiere y lo merece. La Palabra de Dios no es para los otros, sino para nosotros que le fallamos cada día. Antes de pensar en Dios y su santa voluntad el “yo” se levanta y exige: mis cosas, mi vida, mis deseos, mis gustos, mis necesidades etc. Dios y el prójimo son replegados en segundo o tercer plano. Ejemplo: Todos recibimos regalos; yo igual que ustedes, y me alegro. Pero ¿a quién se debe dar regalos? Al recién nacido, al Niño Dios. ¿Cómo? ¡Fácil! Todo lo que hacen “con uno de mis hermanos más pequeños, conmigo lo hacen” (Mateo 25,40). Hay otro regalo que el Niñito espera de cada uno de nosotros. Él vino para salvarnos de nuestros pecados al derramar su sangre y morir en la Cruz. Entreguemos con confianza nuestros pecados a su divina misericordia, agradezcámosle su amor infinito hasta la locura y estemos alegres.
Hay que guardar estos acontecimientos de la historia de Salvación en el corazón como la Virgen y Madre María y meditándolos con fe en el SANTO ROSARIO. Pidamos al Espíritu Santo poder recordar y reconocer nuestros pecados, arrepentirnos, hacer un buen propósito, uno no más, confesarnos esta noche y así recibir en esta Navidad al Niño Dios en nuestro corazón. El Santo Padre nos pide orar en este mes para que nuestra relación personal con Jesucristo se alimente de la Palabra de Dios y de una vida de oración. Pidamos también por nuestra patria BOLIVIA lluvias suaves y abundantes donde aún no llovió. Hoy vendrá a ustedes y mañana verán su gloria. Les deseo de todo corazón una feliz Navidad con las mejores bendiciones de Dios.

El Evangelio es alegría. ¡Anúncialo! Y la Bendición de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y sus familias y les acompañe hoy y siempre.