Jesús Juárez: “El corazón está enraizado aquí. Estoy orgulloso de ser boliviano”
Al cumplir 75 años en 2018 la autoridad envió su carta de renuncia al papa Francisco, quien designó a un nuevo Arzobispo para Sucre.
Tras la aceptación de su renuncia, monseñor Jesús Juárez dejará el mando de la Arquidiócesis, pero no Sucre, donde ha encontrado su hogar por el cariño y la hospitalidad de la gente. Fiel a su convicción de apoyo al pueblo del que se siente uno más, no duda en hablar sobre el futuro político que quisiera para su país: Bolivia.
Entre naranjos y limoneros, en una tierra que se siente y vive como un jardín, así recuerda su infancia y juventud antes de dedicarse al sacerdocio, monseñor Jesús Juárez, que después de casi siete años pasa el mando de la Arquidiócesis al monseñor Ricardo Centellas, designado por el papa Francisco. Ha decidido quedarse en Sucre, su hogar.
El 4 noviembre de 1964, con 21 años y “con una maleta pequeñita” pisó suelo boliviano, al que Dios lo mandó diciendo: “deja tu tierra y tu familia y ve a la tierra que te muestro”. Se enraizó en el país, donde vive desde hace más de 56 años y del que no se piensa marchar.
Su primera noche en el país la pasó en La Paz entre los gritos, disparos y la lucha popular por derrocar los 12 años de gobierno de Víctor Paz Estenssoro y a su partido Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR).
“Se escuchaba el tiroteo del cerro Laicacota y la Universidad Mayor de San Andrés”, indica, recordando ese primer instante de lo que sería medio siglo de trabajo por el bien del pueblo.
EL MILAGRO DE VIVIR
Juárez nació en el “Jardín de Europa”, Murcia (España), el 22 de julio de 1943. Es el menor de diez hermanos, de los cuales cuatro siguen vivos y radican en su país natal.
Sus padres José Juárez y Regina Párraga eligieron su nombre en honor al mayor de sus hermanos, que falleció a los 16 años.
De niño, cuenta que sufrió de poliomielitis, enfermedad que debilita la médula espinal causando fragilidad en los músculos, lo que lo obligaba a estar constantemente con medicamentos. “Mi madre me contaba que me podía morir”, pero los rezos de ella a la Virgen de Fuensanta, la patrona de Murcia, unidas a su fe, lo salvaron.
Y sucedió el milagro. El día de su ordenación sacerdotal, el 16 de diciembre de 1972, su madre le encomendó celebrar su segunda misa en el santuario de la Virgen para agradecer el milagro, la vida y la felicidad de existir.
La muerte lo ha acorralado más de una vez, primero en la niñez en España y después en Bolivia, al sufrir un accidente automovilístico al volver de los Yungas, en 1999. Estuvo en recuperación durante siete meses por lesiones en su rodilla.
“Me dijeron que yo estoy vivo porque Dios es grande y sin duda, tenía algo más para mí”, dice, al recordar los momentos que marcaron su vida.
SU TRABAJO
El monseñor pertenece a la Congregación Salesianos Don Bosco y realizó estudios de Teología en Italia y Alemania. En Bolivia, a la que considera “tierra bendita”, trabajó en La Paz, Santa Cruz, Cochabamba y El Alto y desde hace siete años, en Sucre para dirigir la Arquidiócesis.
En El Alto estuvo como responsable de la Vicaría, hasta que el papa San Juan Pablo II creó en 1994 la Diócesis de esa ciudad y lo nombró primer obispo. Estuvo al frente durante casi 19 años.
Así, monseñor Juárez vivió la mayor parte de sus años en el país y es un boliviano más, como le gusta referirse sobre sí mismo. En este tiempo pasó alegrías y tristezas pero “siempre con mucha serenidad”.
Siente que el momento más duro “han sido toda esta vida conflictiva y de violencia, por la cual Bolivia ha atravesado, sobre todo en La Paz y El Alto”
En las marchas, luchas, enfrentamientos de conflictos sociales y políticos que le ha tocado presenciar, indica que siempre estuvo presente “con un espíritu pacificador, con un espíritu de acercar a las partes en conflicto y buscar siempre el progreso del país”.
A lo largo de su vida, estuvo siempre cerca del pueblo, la obra de la que más se siente orgulloso, pues también tuvo la oportunidad de acompañarlo en los conflictos que considera suyos y estar siempre para él.
VIVIR EN TIERRA BENDITA
“Yo la idea la tengo clara”.
Una vez cumplidos los 75 años y aceptada la carta de renuncia para dejar el cargo, el derecho canónico indica que la autoridad puede volver a su congregación u optar por quedarse a vivir en la última Arquidiócesis en la que trabajó.
Según expresa, no dudó ni un momento en quedarse en “esta tierra bendita” y específicamente, en Sucre.
En Murcia, creció entre el olor de naranjos y limoneros. Cuidado y protegido por ser el menor y con un nombre que le marcó el amor profundo de su familia, pero en Sucre siente que la gente es “extraordinariamente buena, acogedora, respetuosa, culta”.
En la capital, conoció el amor, pero no de una familia de sangre, sino de toda una ciudad a la que se ganó con su dedicación y entrega, que consiguieron que encuentre fieles que le cantan después de la eucaristía canciones por su cumpleaños, como hacen las familias, como lo hacen en el hogar.
“Yo no soy boliviano de nacimiento, pero sí que soy boliviano de opción. Aquí he hecho yo mi vida”.
Decidió quedarse en Sucre “y estar a disposición del nuevo Arzobispo”. “Mi deseo es no interferir en nada de lo que se refiera a la pastoral y a la administración, simplemente realizar los encargos que él me pueda dar”, comenta.
“El clima es más agradable y yo creo que aquí el Señor quiere que pase los últimos días de mi vida, porque no he pensado en volver a España”.
“La paz se puede guardar si vivimos en la verdad y en la justicia”
Jesús Juárez es uno los pocos religiosos que habló abiertamente de política y expresó en más de una ocasión su opinión sobre el anterior Gobierno, y tuvo que sufrir acusaciones e insultos “por defender la verdad”.
Fiel a su estilo, no dudó en opinar sobre los gobiernos de Evo Morales y Jeanine Áñez.
Considera que ambos iniciaron con apoyo, pero que poco a poco ambos incumplieron su palabra. “He tenido unos momentos encantadores de apoyo a su proceso (…) Pero esa esperanza que habíamos puesto por el nuevo líder Evo Morales, poco a poco se fue desencantando, porque el poder endiosa”.
Sobre Áñez, sostiene que fue “una mujer que había logrado pacificar el país y cumplir con los objetivos de procurar las próximas elecciones”, pero también cuestiona a la Mandataria. “A mí no me gusta que digan una cosa y luego otra. Yo le recomendaría lo mismo que le hubiera recomendado a Evo Morales: terminado su periodo, no pedir una reelección”, argumenta.
No obstante, a ambos les desea lo mejor esperando que Dios los acompañe y les brinde sabiduría.
Sobre las elecciones, aconseja a los candidatos transmitir una información clara de sus propuestas y a la ciudadanía, un estudio consiente y un análisis de estas para emitir un voto responsable con el fin de conservar la paz que se logró.
“Bolivia debería hacer todo lo posible por mantener toda esa calma que hemos logrado luego de sus 21 días de huelga (…) y esta paz solamente se puede guardar si vivimos en la verdad y en la justicia”, indica.
[Fuente: Correo del Sur -Suplemento PANORAMA– (16-02-2020)]