Jhonny Montero Irala: “Todos por la vida de la Chiquitanía”
Abramos nuestro corazón a la solidaridad y responsabilidad con nuestra Casa Común y con los que la habitan en la Chiquitanía. Abramos nuestras vidas a una verdadera conversión personal, ecológica integral.
Minuto que pasa, se siguen quemando nuestros bosques, pastizales, árboles y animales. 953.917 hectáreas afectadas y en ellas, se muere la humanidad. Ante este acontecimiento sin precedentes, los Gobiernos de países del mundo manifiestan su indignación. Los candidatos y políticos de nuestro país aparecen culpando, difamando y acusándose unos a otros de la responsabilidad por este desastre ambiental, descuidando el responder y actuar oportunamente a esta tragedia ambiental. Necesitamos superar nuestra idiosincracia de esperar “el último momento” para reaccionar. Con mucha frecuencia reaccionamos demasiado tarde, cuando “ya se han quemado las papas”. Esto en muchos ámbitos de la vida: en el cuidado de nuestra salud personal, en los conflictos sociales, en la política…, en este caso, cuando ya se han quemado casi un millón de hectáreas.
Quiero amplificar la voz y el sentir del pueblo boliviano que, de a poco, está tomando conciencia de la magnitud de este desastre y está expresando su solidaridad, su ayuda y compromiso efectivo con el gemido del sufrimiento de la Chiquitanía.
No se puede minimizar, callar u ocultar más la situación por evitar responsabilidades de lo que está sucediendo. Estamos cansados de que nuestros líderes políticos sigan manejando discursos, queriendo hacer ver que están protegiendo el medio ambiente, que son defensores de los derechos de la Madre Tierra, mientras que las leyes que se han promulgado, como el Decreto 3973, autoriza las quemas y desmonte de los bosques para la ganadería y la agricultura, con la consiguiente deforestación de los mismos. No se puede ser ambientalista si se sigue actuando bajo el modelo de desarrollo agro-extractivista, si se continúa favoreciendo y otorgando concesiones a mineros y madereros que contaminan los ríos, deforestan los bosques o se hacen la vista gorda cuando permiten invadir áreas protegidas para sembrar más coca. Todas estas actividades dejan ver una mentalidad comercial de la naturaleza, destructiva y lucrativa de la tierra, de los bosques, que favorece sólo a unos cuantos empresarios y grupos sociales con quienes se hacen los negociados. El pueblo boliviano pide que dejen de usar el dolor, el sufrimiento de la gente y de las criaturas del Señor en la Amazonía, para sacar rédito político. Basta de politizar esta tragedia.
Habrá tiempo para la crítica y búsqueda de los verdaderos responsables de “acción u omisión” de esta catástrofe ambiental. Hoy es el momento de la solidaridad de todos los bolivianos y los gobiernos de otros países. Es el momento del compromiso co-responsable para, juntos, “lo antes posible, extinguir el fuego de la Amazonía, pulmón vital para nuestro planeta” (Papa Francisco). Por ello: necesitamos y pedimos información permanente y verídica de la situación, así como del impacto ecológico ambiental. Urge gestionar toda la ayuda internacional para superar esta crisis ambiental, que está devastando nuestra naturaleza. No olvidemos que el 20% del oxígeno procede de la Amazonía. Necesitamos exigir que se declare “Emergencia Nacional”, que se garantice la cooperación y coordinación internacional para aplacar el fuego.
Lo más importante, hoy, es apagar el fuego. Pongámonos en acción: unos aplacando el fuego, otros rescatando a los animales, otros contribuyendo con donativos económicos, otros rezando, otros trabajando en campañas solidarias o, como algunos de los candidatos, convirtiendo sus casas de campaña en centros de acopio. Concentrémonos, hermanos, en la recolección de cuanto se necesite para ayudar a los damnificados de los incendios, a los hombres y mujeres que están trabajando en los focos de incendio.
Los desafíos y tareas que vienen por delante serán: la restauración del medio ambiente afectado, las estrategias para revertir el daño ocasionado, la reforestación, la atención a la migración de la gente del campo a las ciudades. Luchar orgánica y permanentemente hasta que se derogue el Decreto 3973, que autoriza la quema y desmonte de los bosques. Luchar para que se paralicen los asentamientos en áreas fiscales. Para que se tomen medidas drásticas en contra de los chaqueadores. Luchar para revertir toda política de deforestación y destrucción neo-extractivista camuflada como política de desarrollo, cuando en realidad lo único que se busca es favorecer al interés económico de élites que quieren lucrar con la madera, con los monocultivos agroindustriales, con el gas, el petróleo, el oro y otras riquezas presentes en el seno de nuestra Amazonía boliviana y latinoamericana.
Dios nos dé la sabiduría y fortaleza en esta tarea solidaria. Que nos siga bendiciendo con lluvia en este momento histórico que tanta falta nos hace. Unámonos a un comunario de Roboré que reconocía la misericordia y grandeza de Dios cuando celebraba la lluvia en el día de ayer: “lo que no pudo hacer el hombre, lo hizo Dios… ¡ está lloviendo !”.
Abramos nuestro corazón a la solidaridad y responsabilidad con nuestra Casa Común y con los que la habitan en la Chiquitanía. Abramos nuestras vidas a una verdadera conversión personal, ecológica integral.
GRACIAS POR SU GENEROSIDAD en esta Campaña iniciada por nuestra Iglesia Arquidiocesana en coordinación con otras instituciones de nuestro municipio.
(Lic. Jhonny Montero Irala es Director de PASTORAL SOCIAL CÁRITAS – PASCAR. Sucre)
[Imagen: Facebook]