Mensaje del Papa Francisco con motivo de la Jornada Mundial de la Alimentación

Arquidiócesis de Sucre 17.10.18//ACIPRENSA//El Papa Francisco, en un mensaje enviado a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) con motivo de la Jornada Mundial de la Alimentación pidió un mayor compromiso a los Estados para acabar con el hambre en el mundo y recordó que ya existen leyes y programas internacionales que permitirían alcanzar ese objetivo.

“Los pobres aguardan de nosotros una ayuda eficaz que los saque de su postración, no meros propósitos, o convenios que, tras estudiar detalladamente las raíces de su miseria, den como fruto únicamente solemnes eventos, compromisos que nunca llegan a materializarse o vistosas publicaciones destinadas solo a engrosar catálogos de bibliotecas”.

A continuación, el texto completo del mensaje del Papa Francisco:

Al muy ilustre Señor Profesor José Graziano da Silva Director General de la FAO

1. La celebración anual de la Jornada Mundial de la Alimentación pone en primera línea de la actualidad internacional las necesidades, ansias y esperanzas de millones de personas que carecen del pan cotidiano. Cada vez son más quienes, por desgracia, forman parte de ese número ingente de seres humanos que no tienen nada, o casi nada, que llevarse a la boca.

Debería ser al contrario y, sin embargo, las recientes estadísticas son una lacerante evidencia que muestra cómo la solidaridad internacional parece enfriarse. Y, cuando escasea la solidaridad, hoy todos somos conscientes de que las soluciones técnicas y los proyectos, incluso los más elaborados, no son capaces de afrontar la tristeza y amargura de cuantos sufren al no poder alimentarse suficiente y sanamente.

El tema que nos ocupa este año, «Nuestras acciones son nuestro futuro. Un mundo Hambre Cero para el 2030 es posible», viene a ser una acuciante llamada a la responsabilidad de todos los actores que están de acuerdo con los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un rugido para sacarnos del sopor que a menudo nos paraliza e inhibe.

Esta no puede ser una Jornada más, contentándonos con recoger información o saciar nuestra curiosidad. Hemos de «tomar dolorosa conciencia, atrevernos a convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y así reconocer cuál es la contribución que cada uno puede aportar» (Enc. Laudato Si’, 19).

Por consiguiente, todos estamos invitados, pero en especial la FAO, sus Estados miembros, los organismos e instituciones nacionales e internacionales, la sociedad civil y cuantas personas haya de buena voluntad, a redoblar nuestro ardor para que a nadie falte el alimento necesario, ni en cantidad ni en calidad.