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Miguel Manzanera S.J.: Curaciones milagrosas en Lourdes

En 1993 la Iglesia Católica instituyó la Jornada Mundial del Enfermo a celebrarse el 11 de febrero, día de la Virgen de Lourdes en Francia, venerada como “Salud de los enfermos”. Sin lugar a dudas Lourdes era y es el mayor lugar de peregrinación de enfermos. Se calcula que cada año acuden cerca de 3,5 millones de visitantes de más de 140 países.

El Dr. Michael Moran, natural de Belfast (Irlanda del Norte), médico otorrinolaringólogo, experto en cáncer, acompañaba ocasionalmente las peregrinaciones de enfermos a Lourdes. A partir de 2013 entró a formar parte del grupo de 40 médicos que trabajan allí en la “Oficina de Constataciones Médicas”. Hasta el año 2020 han registrado más de 7.000 curaciones totales y duraderas. Las 7 primeras fueron reconocidas en 1862. Muchas veces hay que esperar varias décadas desde la curación inicial de un paciente hasta su último reconocimiento de curación total. Por eso hasta febrero de 2020 tan solo 70, o sea el uno por ciento, han sido avaladas como curaciones científicamente inexplicables. Las cuatro últimas sucedieron en el siglo XX y han sido reconocidas médicamente como tales en el siglo actual.

“Esto es un comité científico. Los médicos tan sólo califican que tal o cual curación duradera es médicamente inexplicable“Los miembros de la comisión médica dejan de lado sus creencias, estén o no a favor de Lourdes como centro de peregrinación, y transmiten lo que las personas enfermas y curadas afirman”. No usamos la palabra ‘milagro’. Eso es algo que la Iglesia tiene que estudiarlo y determinar si en un ambiente de fe pueden ser consideradas intervenciones milagrosas divinas

La comisión se reúne cada año. Buena parte del trabajo repasa las curaciones inexplicables que perduran. Los 70 casos mencionados son aquéllos en los que los médicos han comprobado con absoluta evidencia su inexplicabilidad científica. Para que luego sean considerados milagrososatribuibles a la intervención de Dios a través de la intercesión de la Virgen, hay que examinar si hubo insistentes oraciones de las mismas personas enfermas, de sus parientes y amistades. Una característica peculiar subraya que la curación suele ser repentina y muchas veces la persona enferma siente que algo sorprendente ha mejorado su salud de un momento para otro.

Tal es el caso de Danila Castelli en 1989 quien se sintió curada mientras se bañaba en la piscina de Lourdes. Otro ejemplo clásico fue el de Vittorio Micheli, soldado italiano de los Cuerpos Alpinos en 1962. Cuando tenía 22 años adolecía de un tumor en la pelvis y aunque en los rayos X se veía la destrucción del hueso pélvico, el hueso volvió a crecer, tanto en la pelvis como en el fémur, de una forma anatómicamente correcta, pero muy difícil explicar.

Cuando una persona viaja a Lourdes, más allá de ver una multitud de enfermos, llevados en camillas, en sillas de ruedas o apoyados en sus portadores, siente un profundo ambiente de devoción en la oración personal, en la procesión y exposición del Santísimo Sacramento y en la Santa Misa. Reina un ambiente de serenidad y fe profunda. Muchas personas con enfermedades terminales vienen a Lourdes de vacaciones o por turismo, pero obtienen favores espirituales al igual que sus portadores y cuidadores.

El Dr. Moran resume su impresión: “Yo ciertamente he visto a la gente recibir mucho alivio espiritual en Lourdes. He tenido una experiencia abrumadora que no puedes describir realmente, porque es un lugar tan lleno de paz, un lugar donde se pone primero a los enfermosy uno piensa que si los hospitales en el resto del mundo fueran así siempre, el mundo sería un lugar mejor”.

En este año 2020 en la XXVIII Jornada Mundial del Enfermo el Papa Francisco ha enviado un mensaje titulado con las palabras de Jesús: “Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les aliviaré” (Evangelio de Mateo 11,28). Francisco dedica un pensamiento especial al personal sanitario y a los centros que se ocupan de atender a los enfermos en países de guerra en los que “el poder político también pretende manipular la asistencia médica a su favor”. No deben olvidarse de los pobres que “no tienen la posibilidad de acceder a los tratamientos, porque viven en la pobreza”. Asimismo agradece a los voluntarios “que ponen al servicio de los enfermos la imagen de Cristo Buen Samaritano con gestos de ternura y de cercanía”.

El Papa exhorta a las instituciones sanitarias y a los Gobiernos de todos los países del mundo, para que no consideren únicamente el aspecto económico que conlleva la enfermedad, sino que practiquen también la justicia social. Francisco concluye pidiendo la protección de la Virgen María, “Salud de los enfermos”, a todas las personas que llevan el peso de la enfermedad, así como a sus familias y a los agentes sanitarios. “A todos, con afecto, les aseguro mi cercanía en la oración y les imparto de corazón la Bendición Apostólica”.

(Miguel Manzanera SJ)