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Mons. Jesús Pérez: “El mensaje de fondo de la Fiesta de Epifanía”

El calendario cristiano y las hermosas tradiciones de nuestro pueblo, nos invitan a celebrar el día 6 de enero, la Fiesta de Epifanía -manifestación o revelación de Dios- o Fiesta de los REYES. Y, comienzo diciendo, hay que prescindir de tantos detalles e ir al mensaje de fondo de la Fiesta llamada popularmente Fiesta de los Reyes Magos. La Fiesta del 6 de enero es prolongación de la Navidad. Para la liturgia seguimos en el tiempo de Navidad. Los protagonistas son unos magos -el evangelio no habla de reyes-  que vienen de tierras extrañas a “adorar” al Mesías o rey de los judíos. Por ello, tenemos que pasar, a partir del aspecto más popular de esta fiesta, que es en muchas partes una jornada de regalos a los niños, para celebrar lo profundo y significativo, lo fundamental: La manifestación o Epifanía de Dios que se manifiesta en su Hijo Jesús y viene a salvarnos. Aparece como el Mesías anunciado desde milenios.

Hay que tomar en cuenta que, tanto en Roma como en Egipto y Oriente, las fiestas del 25 de diciembre y del 6 de enero tenían mucho que ver con la luz: la luz cósmica que, por esas fechas, empieza en esas latitudes a “vencer” a la noche, después del solsticio de invierno que es el 21 de diciembre. Desde esta realidad es fácil el paso a la luz de Cristo, el verdadero Sol que ilumina nuestras vidas. El profeta, el gran profeta de adviento y de este tiempo navideño, Isaías, anuncia el proyecto de la salvación de Dios para con nosotros bajo el signo del símbolo de la luz: “Llega tu luz, la gloria del Señor amanece sobre ti”. Alrededor, “las tinieblas cubren la tierra, pero sobre ti amanecerá el Señor”. Además,  el pueblo elegido, el pueblo  de Israel, debe ser como un faro del evangelio para los demás: “Y caminarán los pueblos a tu luz”.

Sobre nuestras torres, nacimientos, árboles de Navidad, vemos en todas partes la llamada estrella de Belén, que pregona la luz que viene del Nacimiento de Jesús. La luz fulgurante aparece la noche  de Navidad tanto cuando los ángeles visitan a los pastores, como cuando en el portal una multitud de espíritus celestiales cantan: “Gloria a  Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”. Esto se hace mucho más claro  en el evangelio de Mateo. Cuando nos dice que  los magos de Oriente, después de la fallida consulta a las autoridades de Israel, “se pusieron en camino y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el Niño”.

En la Epifanía celebramos la manifestación de Dios a todos los pueblos, razas y culturas. Es el gozoso mensaje de la salvación universal para toda la humanidad representada en los Magos del Oriente. Nos conviene reflexionar sobre la universalidad de la salvación, porque no nos resulta fácil ser universales en nuestra visión del mundo y en nuestra conducta con los demás. Ser universales en el nivel familiar o comunitario quiere decir ser tolerantes, capaces de dialogar y amarnos como hermanos en el único Salvador de la humanidad.

Sucre, 5 de enero de 2020

Fray Jesús Pérez Rodríguez, O.F.M.

Arzobispo emérito de Sucre

[Imagen: portaluz.org]