Hablar con el Señor de los señores

Mons. Jesús Pérez: “El privilegio de hablar con el Señor de los señores”

Debemos contar con Dios, escucharlo, hacer un lugar para él en nuestro programa de vida y dirigirle nuestra oración con confianza de hijos.

Cada domingo o siempre que leemos la Palabra de Dios, Él nos sorprende gratamente, pues tras el mensaje de Dios, a través de su Palabra , nos invita a hablar, si te gusta más, a conversar, de tú a tú. Pues eso es la oración, una conversación con el Señor de los señores.  La Palabra de hoy,  tanto en la primera lectura como en el evangelio nos invita a orar. Orar es hablar con Dios. Alguien ha dicho y ha repetido: “Solo se sabe lo que se vive”. Y, el Papa Francisco, afirma en su carta Gaudete et Exsultate, publicada el año 2018: “No creo en la santidad sin oración, aunque no se trate necesariamente de largos momentos o de sentimientos intensos”. La oración es encuentro personal con Dios. ¿Buscas encontrarte con Dios, por ejemplo, cada vez que te santiguas ante una imagen?

El camino de Jesús fue un camino de oración. El evangelista Lucas es el que más veces hace alusión a Jesús orante. El mismo Lucas en libro de los Hechos, presenta muchas veces a la primitiva comunidad cristiana en oración. Hoy, en su evangelio, nos ayuda a entender la importancia de la oración en nuestra vida diaria, enseñándonos el Padrenuestro, y, también, indicándonos las cualidades que deben acompañarnos cuando intentamos ponernos en oración. Orar es muy fácil y también muy difícil. Orar es muchísimo más, que saber muchas oraciones de memoria. Si quieres saber lo que nos dice el gran maestro de oración, en este tiempo, adquiere la carta del Papa Francisco, citada más arriba.

En la primera lectura de hoy, Génesis 18, 20, 32, Abrahán aparece como el hombre de la fe, que intercede con una oración porfiada, a favor de los habitantes de Sodoma y Gomorra, a pesar de los grandes pecados de estos dos pueblos. Es muy típico en oriente, el regateo de Abrahán en la oración que hace ante Dios: de cincuenta justos va bajando hasta diez, por debajo de los cuales no parece atreverse ya a motivar su oración de súplica. Abrahán consigue que Dios le escuche y que hable con él, con aquel en quien ha puesto su confianza y tiene la experiencia de hablar con Dios y creer en todo lo que Dios le ha prometido. ¿Es así de firme tu oración ante el Señor?

Cuando oramos, nuestra vida no puede estar centrada en nosotros mismos o en las cosas de este mundo. Orar significa abrirse a Dios. Debemos contar con Dios, escucharlo, hacer un lugar para él en nuestro programa de vida y dirigirle nuestra oración con confianza de hijos. La oración no puede marchar con un mecanismo “comercial”, para obtener favores. Es una convicción interior de que Dios es nuestro Padre y que quiere nuestro bien, más que nosotros mismos

La oración de los cristianos es, ante todo, oración de bendición, de acción de gracias, de admiración. Pero también nuestra oración tiene que ser, a veces, como la de Abrahán, que, a pesar de que conocía el gran pecado de aquellas ciudades, pide a Dios por ellas. Nosotros también tenemos que interceder por los demás, haciéndonos solidarios de sus necesidades. No importa que luego Dios no pudiera encontrar esos diez justos que sugería Abrahán. Pero Dios lo había escuchado.

Sucre, 28 de julio de 2019

Fray Jesús Pérez Rodríguez, O.F.M.

Arzobispo emérito de Sucre

[Imagencristianismoactivo.org]