Mons. Jesús Pérez: “La fortuna ayuda a los audaces”
Jesús propone a los cristianos que den la cara al dolor, que no rehúyan el sufrimiento, sino más bien que lo enfrenten, lo acepten y lo asuman…
A veces las lecturas de la Palabra de Dios nos proponen mensajes agradables o suaves que iluminan toda nuestra vida. Hoy, DOMINGO, les invito a escuchar atentamente la primera lectura, tomada del profeta Zacarías, 12, 10-11; 13,1 y la tercera, el evangelio de Lucas 9, 18-24.; ellas nos aseguran que la misión que vino a cumplir Jesús suponía la cruz, y también que los que quieran seguirle deberán asumir su propia cruz, la cruz de cada día., solo así se podrá ser discípulo de Cristo, cristiano. ¡Qué difícil es tomar la propia cruz! ¡Qué difícil es ser cristiano!
Los antiguos romanos decían: El éxito en cualquier empresa está reservado a los que saben arriesgarse, jugarse, comprometerse. Por ello, esa expresión: “La fortuna ayuda a los audaces”. Los miedosos, que sistemáticamente rehúyen todo peligro, los que tratan de evitar toda posibilidad de sufrimiento, se condena así mismo, a la mediocridad, a la esterilidad espiritual y al vacío interior. La Biblia nos dice: “quien ama el peligro perecerá en él” (Eclesiastés 3, 27). Pero no es menos verdad que quien hace un culto de la seguridad y la comodidad perece igualmente, asfixiado por un ambiente sin horizontes.
Jesús claramente nos dice que hay que tomar la cruz diaria. Para llevar a cabo este mandato, para todo el que quiere ser su seguidor de verdad, se necesita mucha audacia, para cargar con la cruz propia. Con la cruz no se juega, porque ella es la voluntad de Dios. y entonces hay un peligro latente. Cargar la cruz propia, siempre implica correr un riesgo. El de caer doblado bajo su peso. Mucho más aún, quizás se podría resumir así el sentido de la expresión “cargar con la cruz”: es aceptar el riesgo de la existencia misma, el riesgo de la fe, del caminar en tinieblas, a impulsos de una promesa que alimenta la esperanza. La fe sin esperanza no sirve.
El Papa Francisco continuamente nos habla del peligro de la mundanidad, los cristianos aunque estamos en el mundo, no somos del mundo, pertenecemos al pueblo santo de Dios. Él nos insta con toda su fuerza a seguir a Jesús, a seguir su postura que está en oposición con la del mundo. El mundo no quiere saber de cruz, ni de la cruz de Cristo, ni la de nosotros. Las propagandas nos están siempre proponiendo como eludir el dolor, de alcanzar la plena seguridad contra todos los imprevistos, de acabar con el sufrimiento. Jesús propone a los cristianos que den la cara al dolor, que no rehúyan el sufrimiento, sino más bien que lo enfrenten, lo acepten y lo asuman. Eso es creer de verdad en Cristo. Jesús no hace apología del dolor, sino más bien nos invita a asumir las dificultades, las responsabilidades, las propias del seguimiento de Cristo. Él no se dirige a los que quieren sufrir, sino a los que les quieren a él. El sufrimiento es secundario, porque es el medio. Lo primario es seguir a Jesús, ya que estar junto a él es el fin, la meta, el objetivo de todos nuestros esfuerzos. Seguir en fidelidad a Jesús nos exige, asumir la cruz propia. Esto nos hará felices.
Sucre, 23 de junio de 2019
Fray Jesús Pérez Rodríguez, OFM.
Arzobispo emérito de Sucre
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