Epulón y Lázaro de Saint-Pierre de Moissac

Mons. Jesús Pérez: “Las faltas de omisión”

Todos tenemos algo que compartir. A nuestro lado hay personas que tienen menos que nosotros: en el terreno económico o en el afectivo, cultural, religioso… A la luz del evangelio, haz tu revisión de vida y decídete…

Al iniciar la Eucaristía, la mayoría de las veces en que participamos en ella, rezamos: “Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho, de pensamiento, palabra, obra y OMISIÓN”. La actitud de humildad de cada uno de los participantes en el sacrificio de la Iglesia, la Eucaristía, nos lleva a pedir perdón de las faltas o pecados de omisión, a veces muy graves,  y nos exige arrepentirnos y confesarnos de estos pecados, para poder recibir el Cuerpo y Sangre de Cristo, el pan de vida eterna.

El evangelio, domingo tras domingo, va dándonos  enseñanzas que nos hacen salir de la indiferencia y relativismo, para que pasemos de esas actitudes fatales que nos convierte en “miembros inútiles”, como señala el documento del Concilio Vaticano II, “Apostólicam Actuositatem”. Hoy, precisamente, nos habla el evangelio de Lucas 16, 19-31, de los pecados de omisión. Para ser buenos discípulos de Jesús, o sea, cristianos de verdad, hay que tomar opciones valientes y sacrificadas. Los que no se meten de lleno en hacer el bien, usando ese famoso dicho: “a mí no me toca”, cometen  el  pecado del rico Epulón, el pecado grave de omisión.

De omisión también se muere. Quizás para alguno, sea difícil encontrar el pecado de omisión del rico. A primera vista, nada nos autoriza a pensar que su riqueza haya sido mal adquirida. Hemos de pensar que pudo haber ganado su fortuna en forma honrada. Tampoco se dice nada que hubiera cerrado las puertas a los pobres. Lo único que se puede censurar en el rico comilón es que “come y no convida”. Está tan cerrado en sí mismo que ni se da cuenta de que hay quien pasa necesidad muy cerca de él. Es un círculo vicioso: no se entera porque no le interesa y no se interesa porque no se entera. Esto es un pecado muy serio de omisión.

El santo Padre Francisco ha escrito una Exhortación maravillosa, el 19 de marzo de 2019, que lleva el título: “Gaudete et Exsultate”, sobre la llamada a la santidad en el mundo actual. En la introducción nos dice: “      El Señor lo pide todo, y lo que ofrece es la verdadera vida, la felicidad para la cual fuimos creados. Él nos quiere santos y no espera que nos conformemos  con una  existencia mediocre, aguada, licuada. En realidad, desde las primeras páginas de la Biblia está presente, de diversas maneras, el llamado a la santidad. Así se lo proponía el Señor a Abraham: camina en mi presencia y sé perfecto” (Gen 17,1 y GE No 1.).

Hoy, la llamada es para todos, nadie se escapa de la exhortación de Jesús, el Maestro, que nos invita a ser felices para siempre y también para ahora. A saber usar los bienes de este mundo, a compartir con los demás lo que tenemos. Lo cual deben hacer no sólo los ricos, sino también los pobres  -que muchas veces, lo hacen con mayor generosidad-. Todos tenemos algo que compartir. A nuestro lado hay personas que tienen menos que nosotros: en el terreno económico o en el afectivo, cultural, religioso… A la luz del evangelio, haz tu revisión de vida y decídete.

Sucre, 29 de septiembre de 2019

Fray Jesús Pérez Rodríguez, OFM.

Arzobispo emérito de Sucre

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