Mons. Jesús Pérez: “Los otros nueve, ¿dónde están?”
Las lecturas de este domingo 28 del tiempo ordinario de la liturgia católica, como las de todos los domingos, son una hermosa y buena escuela para que vayamos discerniendo y motivando nuestras opciones de fe, o juzgando algunas actitudes en las que nos podemos quedar peligrosamente instalados y que no son según la mentalidad de Jesucristo. La Palabra de Dios unas veces nos entusiasma, otras nos llama la atención porque el camino que llevamos no es el de Cristo, a veces nos saca “tarjeta amarilla”, avisándonos de nuestros fallos como hace el árbitro de fútbol, otras puede suceder que merezcamos “tarjeta roja”. En el domingo anterior Jesús nos enseñaba una actitud muy fina: no llevar contabilidad de nuestros méritos -“hemos hecho lo que teníamos que hacer”-. Hoy nos da una lección parecida: saber ser agradecidos, dar siempre gracias.
El evangelista Lucas nos recuerda que Jesucristo está de camino a Jerusalén, y se le acercaron diez leprosos para pedirle que los cure de su mal tan terrible, la lepra. Sin detenerse mucho, Jesús los envía a cumplir con los ritos propios de los sanados. Ellos fueron confiados en la palabra del que los mandaba. Por el camino quedaron todos sanados. De los diez, nueve siguen su camino, para presentarse a los sacerdotes, según Jesús les había dicho, mientras tanto, uno vuelve a donde Jesús para agradecerle lo que había hecho con él. Y Jesús le pregunta a este que ha vuelto, “¿no son diez los curados? Los otros nueve, ¿dónde están?”
El episodio está lleno de enseñanzas. La primera, ciertamente, es el deber de la gratitud. Al comenzar la oración central de la misa, el sacerdote invita al pueblo a dar gracias “al Señor, nuestro Dios”. El pueblo responde: “Es muy justo y necesario“. Este diálogo se repite tanto en las misas de matrimonios como en las misas por los difuntos o en aquellas que se pide por alguna necesidad. “Es muy justo” que demos gracias a Dios. Pues de Él viene todo don y todo lo que somos. Darle gracias significa reconocer que la vida es un gran regalo del Señor.
Jesús pone varias veces en evidencia la pobreza espiritual de los miembros del pueblo elegido, de “los hijos de casa”, que no demuestran ni fe ni gratitud, como vemos en varios pasajes evangélicos. Por ello, nos podíamos preguntar todos, como en un “chequeo de nuestro corazón”, si sabemos dar gracias. Tanto para con Dios como para con los que nos rodean, a los que también debemos muchos detalles y delicadezas. Hay personas que nunca dan gracias por nada y a nadie, como la mayoría de aquellos leprosos, a los que Jesús les había hecho un gran favor, no sólo de curarles de su enfermedad, sino de insertarles en una sociedad que hasta entonces les había rechazado totalmente. El que sabe decir “gracias” a Dios, sabe decir “gracias” a los que le rodean. Y viceversa, a algunos no les sale espontáneamente dar gracias, ni en una u otra dirección. Hay que saber dar gracias cuando alguien nos advierte de algo o cuando nos corrige. ¡Qué pena me da ver personas mayores que se molestan cuando se les corrige, en lugar de agradecer al que les hizo ese favor!
Sucre, 13 de octubre de 2019
Fray Jesús Pérez Rodríguez, OFM.
Arzobispo emérito de Sucre
[Imagen: youtube.com]