Programa de examen

Solemnidad de Cristo Rey del Universo
Evangelio – Reflexión
Mons. Jesús Pérez Rodríguez O.F.M.

Evangelio

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     25, 31-46

    Jesús dijo a sus discípulos:
    Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y Él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
    Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: «Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver».
    Los justos le responderán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?»
    Y el Rey les responderá: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo».
    Luego dirá a los de su izquierda: «Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron»
    Éstos, a su vez, le preguntarán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?»
    Y Él les responderá: «Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo».
    Éstos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna».

Palabra del Señor.

Reflexión

Terminamos el Año Litúrgico en este domingo, solemnidad de Cristo, Rey del Universo. Él es rey de reyes. El próximo domingo, primer domingo de Adviento, volvemos al principio. La antífona de entrada, la cual se reza cuando no hay canto, dice: “Digno es el Cordero, que fue muerto, de recibir la virtud y la divinidad y sabiduría y fortaleza y honor. A Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos”. Esto debemos hacer siempre cada cristiano. Día tras día los discípulos de Cristo debemos doblar nuestras rodillas ante Él, que está en todas partes, pues Él es nuestro rey y Señor. Por eso, se impone para todos los creyentes, ofrecer un particular homenaje a su realeza, de manera especial en esta fiesta, con la que concluimos el Año Litúrgico. Cristo es el principio y el fin como nos enseña la palabra de Dios.

La primera lectura de este domingo, Ezequiel 34, 11-12. 15-17 nos presenta al rey como pastor. La figura del pastor es mucho más atrayente que la de rey. Por eso mismo, es mucho más apropiada para sus pensamientos de confianza y cercanía a la que nos invita a acogernos. La majestad del rey puede establecer distancias. En este pasaje bíblico el Señor se muestra solícito en atender a las necesidades de los suyos, mientras los malos pastores de Israel se sirven del pueblo en vez de servir al pueblo. Jesús como Buen Pastor ha venido a buscar a sus ovejas. Busca a todas y a cada una, a las buenas y fieles, tanto como a las díscolas y alejadas. Las más privilegiadas son las extraviadas, o las heridas o enfermas. Y el pastor las curará con su inmenso amor. Así es Jesús, nuestro Rey y Señor. Por eso, el reinado de Cristo es un reinado de justicia, de amor y de paz.

Pero el rey, además de pastor, será juez. El Señor vendrá un día a juzgar a los suyos, así lo vemos en el evangelio, vendrá para pedirnos cuenta de lo que hemos hecho y de lo que hemos dejado de hacer. El evangelio de Mateo, 25, 31-46, nos da una enseñanza clara y determinante: en el juicio, a través de una parábola, distinta de las parábolas que hemos venido escuchando estos domingos del final del Año Litúrgico. En ella nos habla a todos, creyentes y no creyentes. Todos vamos a comparecer ante el Rey, Cristo Jesús. La parábola es para todos. Pues todos hemos sido llamados a formar parte de Reino de Cristo. Por su muerte, Él ha ganado para Dios un reino.

El programa del examen para el juicio final, según el evangelio, será el amor, el amor a los hermanos. La materia para el examen no serán las palabras bonitas que hayamos podido decir, sino las obras de servicio a los más necesitados. “Obras son amores y no buenas razones”, solemos decir corrientemente. El Señor ha dicho: “No todo el que diga, Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos. Sino el que haga su voluntad”. En el fondo de todo, están las “obras de misericordia”, las que decidan nuestro destino, pues unos irán al reino de los cielos y otros al castigo eterno. ¡Cuánto ha insistido el Papa Francisco en que vivamos las obras de misericordia! Su ejemplo nos debiera arrastrar a todos. San Juan de la Cruz, poeta y místico, nos dice: “Al atardecer de la vida, seremos examinados del amor”.

Fray Jesús Pérez Rodríguez, O.F.M.
Arzobispo emérito de Sucre