Bienaventurado el político que sabe escuchar

Arquidiócesis de Sucre/ CEAS/ 24/09/2020//.- Amada Iglesia que camina en comunidad misionera en nuestra Arquidiócesis, pedimos disculpas por atrevernos a compartir nuestra reflexión desde las Bienaventuranzas del político heredadas a la Iglesia por el Cardenal F. Noguyen Van Thuan; sin embargo confiamos en que los sentimientos expresados sean para contribuir a nuestro compromiso por una sociedad cada vez más humana.

Bienaventurado el político que sabe escuchar es la séptima bienaventuranza de nuestro autor. En la historia de la Salvación el primer mandamiento del pueblo de Dios (nosotros queremos dignamente ser parte de él) es “Escucha, Israel: Yahveh nuestro Dios es el único Yahveh” (Dt.6,4); por tanto, la actitud de escucha es fundamental en la vida, nuestras relaciones se juegan en ese marco; la escucha nos ayuda a conocer, a aprehender, a crecer y desde luego a trascender.

Para el creyente es fundamental descubrir las maneras en las que Dios se manifiesta, aprender a escucharlo; el creyente reconoce que Dios está presente en “la Palabra, el Sacramento, la Comunidad” (CSL # 7 (Vat. II)). Por tanto como Iglesia nos es imposible vivir una fe desencarnada, las alegrías, dolores, las esperanzas de la comunidad, del pueblo, son también nuestros y por ello nos atrevemos a expresar una palabra al respecto.

Sentimos que es fundamental para un político abrirse también a esta experiencia de la escucha, ESCUCHAR A LA COMUNIDAD, AL PUEBLO. Las propuestas ciertamente son urgentes, pero no lo son tanto, si no emergen de la escucha a las verdaderas necesidades del pueblo, de aquello que lo edifica y le hace progresar.

Entre las muchas cosas que hay que escuchar es: que estamos llamados a vivir una comunidad que excede la tolerancia porque reconoce como igual de valioso lo diverso de cada persona y de cada cultura; somos un pueblo nutrido de muchas cosmovisiones propias de cada cosmovisión y contexto.

Es preciso escuchar que el alma pide un respiro de tanto atentado contra la ecología social; las mentiras nos afectan, la corrupción lacera nuestra dignidad como persona y como comunidad, la improvisación delata la falta de madurez, la ninguna apertura al diálogo respetuoso es senda segura al suicidio social.

Emergió en este texto citar la corrupción, enmarcaremos nuestra comprensión de este concepto citando algunas frases del texto “Corrupción y Pecado” del Cardenal J. Bergoglio hoy SS Francisco; el dirá: “Se habla de personas e instituciones aparentemente corruptas que han entrado en un proceso de descomposición y han perdido su entidad, su capacidad de ser, de crecer, de tender hacia la plenitud, de servir a la sociedad entera”. De corazón deseamos que nuestros políticos presten oído a lo citado, pues hacerlo redundará en un gobierno diferente, digno y que está a la altura de los desafíos de este y de todos los tiempos.

No agotaremos la comprensión de corrupción que propone el entonces Cardenal Bergoglio, mas sin embargo diremos también: “El corrupto no conoce la fraternidad o la amistad, sino la complicidad” (Ibid); tengamos presente que independientemente de que seamos creyentes o no, avanzar a la fraternidad nos hace humanos pues es una relación que surge a consecuencia de la verdad en nuestras relaciones que se viven a la luz del sol y que por tanto no tienen por qué esconderse y peor aún de buscar cómplices, que como suele darse, terminado el proceso, acaban vendiéndose al mejor postor.

En este mes de la Biblia, el lema que nos ha convocado a acercarnos y escuchar la Palabra de Dios es: “Escucha la Palabra y camina”. Así como el pueblo de Dios está invitado a vivir en esa dinámica, sabemos que de este mismo pueblo de Dios surgen aquellos que han decido optar por el servicio desde la acción política representativa, por eso a ellos también esta invitación: Escuchen la Palabra de Dios, presente también en el pueblo, en el ciudadano de a pie que solo quiere días mejores, que honestamente trabaja y confía depositando sus impuestos no para que otros jueguen a ser salvadores sino para que conscientes de esta vocación de servicio se atrevan a vivir dignamente la responsabilidad de conducir a un pueblo, escuchándolo pero sobre todo haciendo justicia a esta escucha que exige sometimiento de la voluntad  particular para guardar y cuidar la vida y vida digna de este pueblo.

No es deseo abundar, pero reflexionando acerca de la escucha, queremos invitarlos a escuchar y dejar resonar en el corazón las citas que siguen; es nuestro deseo que lleguen a cabeza, manos y pies. San Basilio Obispo en su reflexión sobre la parábola del rico insensato señala:

  •  “Si cada uno tomara lo que cubre su necesidad, y se limitara a dejar lo demás para quienes lo necesiten, nadie sería rico, pero nadie sería tampoco pobre”
  • “Y ¿qué cosa más ridícula que trabajar sin tregua para construir con afán y destruir con el mismo afán? Si quieres graneros, ahí tienes las casas de los pobres”
  • “Si llamamos ladrón a aquel que desnuda a un vestido, ¿vamos a llamar de otra manera al que no viste a un desnudo, pudiéndolo hacer?”
  • “«Apártense de mí, malditos, al fuego eterno, porque tuve hambre y no me dieron de comer…». Fíjense que no se acusa ahí al ladrón, sino que se condena al que no quiere dar de «lo suyo».”

C.E.A.S. para “Servir y Dar la Vida” (Mt.20,28)