Bienaventurado el político que se mantiene fielmente coherente

Arquidiócesis de Sucre/CEAS/03/09/2020//.- Amada Iglesia, agradecidos por este tiempo en el que se nos convoca escuchar la Palabra y Caminar, como comunidades Educativas del Arzobispado de Sucre (CEAS) sentimos que es importante recordar que hemos decidido ser ciudadanos del cielo (Flp.3,20).

Nuestra Fe en Jesús nos recuerda que hemos de transitar en esta vida con los pies en el suelo y la mirada en el cielo, de manera tal que hagamos de nuestra vida y nuestras relaciones una experiencia de fraternidad universal, que hace cada vez más cercano el reinado de Dios en nuestras vidas.

Si este es nuestro afán hemos de procurar alcanzar la bienaventuranza cuatro que señala el Cardenal N. Van Thuan para el político, pues nuestras relaciones sociales hacen también la vida política; por tanto cuidemos todo coqueteo con el egoísmo, la vanidad, codicia o simplemente indiferencia al dolor pues son una puerta segura a las sendas de la incoherencia.

Quien ha optado por la vida de servicio al pueblo, ha decidido vivir una vida de entrega y sacrificio, pues comprende que el bienestar de los otros repercute en la satisfacción del deber cumplido.

Dios nos ha bendecido de muchas maneras: vivir, conservar la salud o haber superado la fragilidad es una muestra de tantas bendiciones y si reconocemos que todas ellas nos vienen gratuitamente del amor de Dios, también hemos de reconocer que estamos llamados a ser fieles, a cuidar la vida: la nuestra, la de nuestros hermanos, la de la madre tierra; con palabras y obras. Coherentemente hemos de tener presente que ellos son nuestra responsabilidad; recuérdese bien que quien habiendo recibido la gracia de conservar la vida y mira atrás quedará cual estatua de sal (Gen. 19,26).

Que las palabras de nuestros políticos, varones y mujeres, sean coherentemente vividas en sus actos y actitudes, cual reflejo de su fidelidad a los ideales que han expresado defender, y en su caso, fielmente consecuentes a la vocación cristiana del servicio que ofrece incluso la vida misma para la vida de los demás.