Los pasos que recomienda Jesús para la corrección

Evangelio – Reflexión
Domingo XXIII Durante el Año
Mons. Jesús Pérez Rodríguez OFM

Evangelio

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     18, 15-20

    Jesús dijo a sus discípulos:
    Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano.
    Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.
    También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos.

Palabra del Señor.

Reflexión

Hoy es el domingo 23 del tiempo ordinario. Jesús siempre va formando a sus discípulos a través  de criterios y consignas para que lleguen a  formar una verdadera comunidad de amor y de fraternidad. Hoy la comunidad  grande de Jesús, la Iglesia de Cristo, está conformada por más de mil millones de cristianos católicos y, otros más de mil millones de cristianos no católicos. Pero, también hay comunidades, como ser las diócesis, las parroquias, los grupos que se reúnen para orar, reflexionar sobre la Palabra de Dios. Estos grupos son muchos a lo largo de todo el mundo. ¡Qué hermosos son estos grupos de cristianos que se reúnen en el nombre del Señor! Esto ayuda mucho a la formación permanente. La formación permanente es necesaria a todos. ¿CREES ESTO?

En tiempo de Cristo y ahora, Jesús, en el evangelio, da mucha importancia a lo que va a ser  su comunidad, por ejemplo, asegurando que “donde dos o tres estén reunidos en mi nombre allí estoy yo”, como dice en el evangelio de hoy, Mateo 18, 15-20. Hoy les enseña la pedagogía con que han de ejercer la corrección fraterna, que también es necesaria en una comunidad. La corrección fraterna es una asignatura pendiente en la Iglesia de Jesús. En la práctica la mayoría de los cristianos no tomamos en serio la corrección fraterna de unos a otros, que Jesús pide a todos. Pareciera fácil un tema tan básico como es la corrección fraterna. Si todos somos hijos  de un mismo Padre que es Dios, entonces todos somos hermanos; esa vida de hermanos tiene que verse en lo cotidiano. La corrección fraterna nunca fue fácil.

Lo importante para Jesús es que “estén reunidos”, no dispersos: que no vivan descalificándose unos a otros. Lo decisivo es que se reúnan “en su nombre”: que escuchen su llamada, que vivan identificados con su proyecto del reino de Dios. Que Jesús sea el centro de su pequeño grupo. Esta presencia viva y real de Jesús es la que ha de animar, guiar y sostener a las pequeñas comunidades de sus seguidores. Es Jesús quien ha de alentar su oración, sus celebraciones, proyectos y actividades. El secreto para que haya una Iglesia viva y verdadera, es la presencia de Jesús en medio de la comunidad. Hemos de reavivar la conciencia de que somos comunidades de Jesús.

Es Jesús, el gran Maestro, quien nos señala los “pasos” que hemos de realizar, con delicadeza y eficacia, para la corrección al hermano, los cuales ya eran conocidos en el Antiguo Testamento, y se intentaban seguir también en el ámbito de la sinagoga judía, cuando se trataba de expulsar a alguien de ella. El primer paso es una conversación privada, un diálogo personal. Este paso muestra el amor al hermano. El segundo paso es la advertencia ante uno o dos testigos. El tercer paso, si hace falta, lo indica Jesús: “díselo a la comunidad”. Sólo en casos extremos, cuando ninguno de estos pasos ha dado resultado, y el hermano se obstina en su desvío, dice Jesús que habrá que considerar que esa persona no quiere pertenecer a la comunidad, a la Iglesia. No somos caminantes solitarios, sino comunidad unida. Caminemos siempre unidos.  En el templo debe verse que estamos unidos.

Fray Jesús Pérez Rodríguez, O.F.M.
Arzobispo emérito de Sucre