Escuela Católica invita a la sociedad a ser copartícipe del Pacto Global Educativo

Iglesia Viva 09.11.20// Monseñor Fernando Bascopé Müller insta a educadores, padres de familia, hombres y mujeres de cultura, economistas, políticos y sociedad en general a participar de este nuevo modelo educativo mundial.

Luego de que el Papa Francisco hiciera un llamado a los dirigentes políticos y sociales de todo el mundo para “firmar un Pacto Educativo Global para y con las generaciones más jóvenes que involucre a las familias, comunidades, escuelas y universidades, instituciones, religiones y gobernantes, a toda la humanidad, en la formación de personas más maduras”, la Escuela Católica reiteró el pedido del sumo pontífice e invitó a la sociedad boliviana en su conjunto a ser parte de este ambicioso proyecto educativo.

“El gran desafío que tenemos es que todos nos sintamos copartícipes de este pacto educativo (…) Para ello debemos darlo a conocer e invitamos a toda la sociedad a que se involucre con el fin de que sea un proyecto integral”, exhortó el obispo castrense de Bolivia y presidente del área de educación de la Conferencia Episcopal Boliviana, monseñor Fernando Bascopé Müller.

El pasado 15 de octubre, el Papa pidió a los educadores del mundo a través de un video mensaje que se escuche “el grito de las nuevas generaciones” y se firme un nuevo pacto educativo ante un mundo azotado por la crisis sanitaria, económica y también educativa.

El pontífice advirtió de la “catástrofe educativa” que ha generado la pandemia, con cerca de 10 millones de niños en riesgo de verse obligados a abandonar la escuela debido a la crisis económica generada por la Covid-19. 

“Esta situación ha hecho incrementar la conciencia de que se debe realizar un cambio en el modelo de desarrollo para que respete y proteja la dignidad de la persona humana”. Para ello -dijo el Papa- “se debe partir de las oportunidades que la interdependencia mundial ofrece a la comunidad y a los pueblos, cuidando nuestra casa común y protegiendo la paz” porque, agregó, “la Covid ha permitido reconocer de forma global que lo que está en crisis es nuestro modo de entender la realidad y relacionarnos entre nosotros”.

Centrándose en el poder transformador de la educación, el pontífice recordó que educar es “un acto de esperanza”, por lo que pidió una nueva educación que sea capaz de “generar y mostrar nuevos horizontes en los que la hospitalidad, la generosidad y el valor de la trascendencia construyan una nueva cultura”.

“La educación se propone como el antídoto natural de la cultura individualista que a veces degenera en un verdadero culto al yo y la primacía de la indiferencia”, sostuvo, al tiempo de abogar por “un nuevo periodo de compromiso educativo que involucre a todos los componentes de la sociedad”. 

“Escuchemos -dijo el Papa- el grito de las nuevas generaciones, que manifiesta la necesidad y, al mismo tiempo, la oportunidad estimulante de un renovado camino educativo, que no mire para otro lado, favoreciendo graves injusticias sociales, violaciones de derechos, grandes pobrezas y exclusiones humanas”.

Para el sumo pontífice se trata de un “itinerario integral” y un “camino compartido” en el que la sociedad no permanezca indiferente ante el flagelo de la violencia y el maltrato de menores, el fenómeno de las niñas esposas y de los niños soldados, la tragedia de los menores vendidos y esclavizados, y la grave crisis medioambiental y climática en la que el mundo está inmerso.

El compromiso de  la Escuela Católica

La Escuela Católica boliviana se sumó al pacto educativo promovido por el Papa Francisco e instó, como ya lo hizo el pontífice, a los hombres y mujeres de la cultura, la ciencia, la política, la economía, y a la sociedad en su conjunto, a ser copartícipes de este nuevo modelo educativo mundial del que ya son parte universidades como la Universidad Católica Boliviana (UCB).

“La educación no se hace con ideología, que es parcial, sino con una idea, que es objetiva”, manifestó el monseñor Fernando Bascopé Müller; “debemos buscar entre todos la unidad y presentar el hecho educativo como el sembrar una semilla”, continuó.

Según el obispo, hay que ver la educación en el sentido de la agricultura: “como educadores debemos preparar el terreno y mirar la semilla de la educación con esperanza y optimismo para que los niños y jóvenes puedan hacer brotar su identidad e interioridad, conociendo sus deseos y aspiraciones según el proyecto de Dios”. 

Solo así, sostuvo Bascopé Müller, es posible crear una cultura en la que las nuevas generaciones crezcan de forma integral, desarrollando la inteligencia, la espiritualidad, el corazón, las emociones y la percepción de la belleza.

“El pacto educativo al que nos ha invitado el Santo Padre requiere un gran compromiso de todos. Nadie debe estar excluido, todos debemos ser copartícipes, cocreadores y agricultores en este quehacer educativo”, concluyó.
 

Los siete puntos de compromiso del pacto 

1. Poner en el centro del proceso educativo formal e informal a la persona, su valor, su dignidad, para hacer sobresalir su propia especificidad, su belleza, su singularidad y al mismo tiempo su capacidad de relacionarse con los demás y con la realidad que lo rodea, rechazando esos estilos de vida que favorecen la cultura del descarte.

2. Escuchar la voz de los niños, adolescentes y jóvenes a quienes transmitimos valores y conocimiento para construir juntos un futuro de justicia y de paz, una vida digna para cada persona.

3. Fomentar la plena participación de las niñas y de las jóvenes en la educación.

4. Tener a la familia como primera e indispensable educadora.

5. Educar y educarnos para acoger abriéndonos a los más vulnerables y marginados.

6. Comprometernos a estudiar para encontrar otras formas de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso para que estén verdaderamente al servicio del hombre y toda la familia humana en la perspectiva de una ecología integral.

7. Salvaguardar y cultivar nuestra casa común, protegiéndola de la explotación de sus recursos adoptando estilos de vida más sobrios y buscando el aprovechamiento integral de las energías renovables y respetuosas del entorno humano y natural siguiendo los principios de la subsidiariedad y solidaridad y de la economía circular.