¿Está o no está el Señor en medio de nosotros? (Ex.17,7)

Arquidiócesis de Sucre/15 de Marzo de 2020/CEAS//: Amada Iglesia de Sucre, resuena como en muchos este texto de la primera lectura que acompañó nuestra reflexión dominical. Con la certeza de todo hijo que se siente amado por sus padres, hemos de decir que sí, sentimos que Dios está en medio de nosotros.

Como todo el país, las Comunidades Educativas del Arzobispado de Sucre, han tenido que sumarse a esta pausa en nuestras labores para prevenir la Pandemia que azota al planeta y que provoca un caudal de información (y/o desinformación) en nuestra sociedad. Es muy probable que lejos de vivir una sana confianza en la presencia y compañía de Dios en nuestra vida, más de uno haya retomado las palabras citadas del éxodo para reclamar la ausencia de Dios en medio de nosotros y quizá por tal, esta enfermedad. No han sido pocos los que se llaman cristianos, que han recurrido a la profecía de nostradamus para explicar este mal y avivar aún más el temor en medio de un pueblo que ha perdido sus seguridades y no encuentra otra válvula de escape que no sea la de reclamar salud, privar de ella a los que la necesitan, avivar la información que crea zozobra y así sumarse a los profetas de calamidades antes de ser cause de confianza, paciencia y perseverancia en la convicción de que Dios nos acompaña, que no nos dejará sin el alivio necesario para continuar el éxodo que nos toca transitar.

Como comunidades Educativas del Arzobispado de Sucre (CEAS), hemos de sumarnos a la voz de la Iglesia que ora por nuestros hermanos sobre los que ha caído esta enfermedad, queremos que sepan que no están solos, nuestra oración se eleva al Dios que sabemos está en medio de nosotros, pero sobre todo de ellos sosteniendo sus vidas en esta batalla contra la enfermedad.

Dios está en medio de nosotros, lo sentimos, lo sabemos, y por eso hacemos eco de la voz de tantos pobres que reclaman también la presencia en medio de nosotros de aquellos que tienen en sus manos la posibilidad de hacer accesible mejore y mayores medios para cuidar la salud, pero también para mejorar las condiciones de vida de tantos y tantos pueblos que sufren muertes tanto o aún mayores que esta enfermedad, sea por el hambre, sea por tantas otras enfermedades que se hacen de los más frágiles de nuestra sociedad.

Con paciencia esperaremos el retorno a nuestras labores cotidianas, y en esta paciencia, nuestra oración constante por todos, que el miedo no nos haga dudar de la presencia de Dios, que de la mano de nuestros pastores podamos juntos maravillarnos del caudal de agua viva y de misericordia que brota de los corazones que han escuchado la voz del Señor.

Unidos en la oración, caminos juntos.

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