Confía en Dios

Mons. Jesús Pérez: “Con Dios no se juega”

En esta cuaresma la palabra de Dios nos va presentando varias motivaciones para tomar en serio la llamada de Dios a la conversión. La paciencia de Dios tiene un límite, coincidente con el de nuestra existencia. Pensemos esta frase tan repetida: “Con Dios no se juega”. 

Arquidiócesis de Sucre 27.03.2019//Hoy iniciamos la tercera semana de cuaresma. La cuaresma es un tiempo de cambio espiritual o también, como comúnmente decimos, de CONVERSIÓN. Hay dos características en este domingo, la figura de Moisés y el episodio de la higuera con una llamada a la conversión. El domingo pasado contemplamos la figura de Abrahán, y hoy se nos presenta a Moisés, el gran líder que sacó al pueblo de la esclavitud de los faraones, a través del desierto, y lo conduzco a las puertas de la tierra prometida. Moisés en el trayecto del desierto se encontró con Dios. En este encuentro, Dios le dice que “es el que es”. Su nombre es “yo soy “. Dios aparece cercano y lleno de amor misericordioso. Jesús hace un llamado fuerte a convertimos, produciendo frutos de buenas obras.

En tiempo de Moisés a Dios se le veía como alguien tan lejano que consideraban imposible tratar a Dios como él hacía. El pueblo de Israel insistía tanto en la Majestad de Dios que parecía que no quedaba lugar para el amor. La familiaridad propia de un hijo con su padre, resultaba extraña difícil, sospechosa. La espiritualidad contemporánea prefiere tratar a Dios y a Cristo su Hijo de “tú”, cuando no de otras formas más familiares. Es san Pablo quien nos invita a llamar a Dios Abba, que quiere decir “Papá” (Romanos 8, 15). Se acentúa el amor a Dios por sobre el temor. La cuaresma es un tiempo para saborear la misericordia, la cercanía y la ternura de Dios que es padre. La actual era que nos toca vivir es fruto de su amor infinitamente misericordioso.

Jesús en el evangelio de hoy con la parábola de la higuera no quiere asustarnos, pero sí que nos interpela de lleno a cada uno y a la comunidad eclesial. No quiere meternos angustia en el cuerpo, pero sí estimularnos a dar frutos, y, en este año, sin esperar al que viene. El apóstol Pablo en la carta a los corintios, la segunda lectura de hoy, les avisa que no todos los que hicieron con Moisés por el desierto agradaron a Dios. No fueron fieles a la Alianza, se dejaron llevar de las tentaciones de los pueblos vecinos, siguiendo su estilo de vida. Se buscaron otros dioses más permisivos. Por eso no entraron en la tierra prometida. Para Pablo esto nos debía servir de escarmiento a nosotros. Queremos una religión facilona, sin exigencias, pero Jesús siempre exige cumplir los mandamientos.

El Padre franciscano José Mojica famoso cantante que, tras ser uno de los primeros astros del cine de Hollywood, se consagró a Dios como sacerdote y franciscano, en su autobiografía Yo pecador…, cuenta que su mamá solía repetir con mucha frecuencia esta frase: “con Dios no se juega”. El recuerdo de esta frase, dicha para reforzar maternales consejos y reproches, sirvió de mucho en el proceso de su conversión. En esta cuaresma la palabra de Dios nos va presentando varias motivaciones para tomar en serio la llamada de Dios a la conversión. La paciencia de Dios tiene un límite, coincidente con el de nuestra existencia. Pensemos esta frase tan repetida: “Con Dios no se juega”.

Sucre, 24 de marzo de 2019

Fray Jesús Pérez Rodríguez, O.F.M. 

Arzobispo emérito de Sucre

[Imagen: youtube.com]