Mons. Jesús Pérez: “De la abundancia del corazón habla la boca”
La palabra es fruto del corazón. Hemos de llenar el corazón de amor, para que toda palabra que salga de nuestros labios lleve vida, alegría y paz auténtica. ¿Cómo es nuestra palabra?
Arquidiócesis de Sucre 04.03.2019//Estamos en el octavo domingo del tiempo ordinario, y, desde el próximo domingo, primero de cuaresma, empezaremos el tiempo fuerte, litúrgicamente hablando, que nos conduce a la celebración de la Pascua, fiesta de las fiestas. En este domingo de carnavales, fiesta de fiestas para un gran número de creyentes y no creyentes, que hace olvidar a muchos, los principios cristianos. Y, por ende, desde siglos, lleva a tomar actitudes lamentables, como el alcoholismo, las drogas y, especialmente, al empleo desenfrenado del sexo. Acciones que producen, en muchas familias, días de lamento y de tristeza que divide la unidad familiar.
Las palabras de Jesús, “de la abundancia del corazón habla la boca”, nos proporciona a todos, especialmente a los cristianos, que deseamos dar un cambio en fidelidad a la guarda de las enseñanzas de Jesús, el Maestro de los maestros, que nos sigue llamando a ser fieles a sus enseñanzas. Cristo es el enviado por Dios Padre para salvarnos, para liberarnos de todo lo que nos hace menos humanos y cristianos. Cristo nos hace verdaderamente libres. La mayor esclavitud, para Jesús, es el pecado, como lo expresa san Juan en su evangelio.
A lo largo de los evangelios, vemos como Jesús usa varios dichos populares, comunes en su época.” ¿Puede un ciego guiar a otro ciego?” ¿Puede un hombre o una mujer, con su inevitable limitación humana, sentirse superior a otra persona? ¿Tiene sentido establecer distancias por diferencias entre nosotros cuando todos somos infinitamente dependientes de Dios? Nadie ha de sentirse tan clarividente como para asumir la conducción de otros por sí y ante sí. Un ciego, eso sí, puede ayudar en muchas otras coas a otro ciego. “El discípulo no es superior al Maestro?”. Es otro dicho popular según los estudiosos de la Sagrada Escritura. Jesús lo aplica para llevar la atención de sus oyentes a su propio ejemplo. Es otra forma que Jesús tiene para decirnos: “Aprenda de mí porque soy paciente y humilde de corazón”.
A los dichos de los ciegos, los discípulos y el maestro y el sacar la paja del ojo ajeno, se agrega por fin uno sobre los árboles y sus frutos- “No hay árbol bueno que dé frutos malos ni árbol malo que dé frutos buenos”. En otra ocasión Jesús usó un dicho semejante para sacar como conclusión que las obras son la prueba de la autenticidad de la fe: “Por sus frutos los conocerán”. (Mateo 7,16). En este pasaje parece indicar más bien que el fruto de la vida interior es la palabra buena, cariñosa, servicial. La primera lectura de hoy tomada del libro del Eclesiástico sobre la palabra, prueba de la persona, nos confirma en esta interpretación. En un mundo en que la palabra se ha desvalorizado necesitamos recuperar la conciencia de su importancia. La palabra es fruto del corazón. Hemos de llenar el corazón de amor, para que toda palabra que salga de nuestros labios lleve vida, alegría y paz auténtica. ¿Cómo es nuestra palabra?
Sucre, 3 de marzo de 2019
Fray Jesús Pérez Rodríguez
Arzobispo emérito de Sucre, OFM.
[Imagen: blogs.paxtv.org]