Mons. Jesús Pérez: “Prohibido hablar”
En la historia cristiana se constata cómo los cristianos han recibido la persecución, la calumnia, el amedrentamiento y la muerte por el anuncio del Evangelio. Sigue haciendo falta en medio del mundo entero cristianos que tomen en serio el llamado de Aparecida para que sean discípulos misioneros, que se sientan con la fuerza del Espíritu Santo para hacerlo presente en medio del mundo.
Arquidiócesis de Sucre 07.05.2019//Estamos ya en la tercera semana de Pascua. Continuamos celebrando el gran acontecimiento de la Resurrección de Jesús y el evangelio de Juan 21,1-19, nos cuenta la experiencia de uno de los varios encuentros con sus amigos, los apóstoles. Nos describe Juan la aparición de Jesús a siete discípulos, a las orillas del lago Tiberíades. Es un pasaje del evangelio que nos hace ver cuán estériles son los esfuerzos sin Cristo y lo que se puede alcanzar cuando se actúa en el nombre de él.
El Jesús preocupado por los apóstoles, es hoy el mismo, pues él nos acompaña como hizo con ellos. Pero hay que estar dispuestos a seguir las órdenes de Cristo. Ya tenían la experiencia de otra pesca, ambas pescas milagrosas nos dan una gran lección: cuando actuaron en nombre de Cristo los discípulos lograron una gran pesca, cuando no estaba Cristo, no pudieron conseguir nada. Hay que recordar las palabras de Jesús en la víspera de su muerte, cuando instituyó la eucaristía “sin mí no pueden hacer nada” (Jn 15,5).
El primero que reconoció a aquel hombre a las orillas del lago fue Juan, el apóstol y evangelista, el “discípulo amado”. Todo el que ama está lleno de una fuerza grande para comprender a quien le ha demostrado su amor. Cuantas personas quejonas, aburridas con prejuicios, que se lamentan que los otros no los comprenden. La solución mejor será amar a esas personas, demostrarles un verdadero amor, esto hará que los otros nos comprendan conociéndonos, y así nos amarán.
Pedro una vez que sabe quién es el que le habla desde la orilla se tira al agua para estar cerca del Señor. Quizás vuelva a recordar la noche de las negaciones al mirar el rostro amoroso de Cristo. Necesita restañar las heridas de la triple negación que se debieron a la falta de valentía y por haberse puesto en el lugar de la tentación. Por ello, Jesús comienza una conversación de amigos. Jesús que sabe todo: sabía que lo iba a negar y sabía que lo quería, no se contenta con esto. Quiere escuchar las palabras de Pedro. Quiere oír de Pedro: “te amo”.
Cristo rehabilita a Pedro y nos da una magistral lección de perdón y tolerancia. Jesús hace una pregunta sencilla, sin duda, pero sumamente profunda: ¿Pedro, me amas más que estos? (Jn 21,15). Es fácil suponer lo que pasó en el corazón de Pedro a medida que avanzaba el diálogo. Por tres veces, la misma pregunta. Con profunda humildad Pedro responde: “Señor, tu sabes que te quiero” (Jn 21,17). Pedro no se atreve a decir que le quiere más que los demás. Con esta triple afirmación de fe, Pedro repara la triple negación con una triple profesión de amor.
Pedro está habilitado por el amor de Jesús para ser el Vicario, el primer Papa, el “siervo de los siervos”. Parece que Cristo no se preocupa de la preparación intelectual de Pedro, pero sí le exige una clara definición de amor. Lo esencial para Jesús es el amor. El amor nos hace testigos valientes del Evangelio. El ardor es fruto del amor. Por ello, Juan Pablo II nos decía: “nueva evangelización en el ardor, en los métodos y en la expresión”. El punto de arranque está en un amor ardoroso a Cristo.
Pedro y los otros apóstoles, llenos del Espíritu Santo se lanzaron a las calles a anunciar que Jesús es el Hijo de Dios, y con valentía decían: “Dios resucitó a Jesús a quien ustedes mataron colgándole de un madero” (cfr. Hch 2,23-24). Por Jesús nos viene la salvación, el perdón de los pecados. Los sacerdotes y jefes judíos les prohibieron hablar de Jesús. Pero por más que les prohibieron hablar, ellos seguían pregonando, que Jesús era “el jefe y servidor, el Salvador, el Hijo de Dios”.
En la historia cristiana se constata cómo los cristianos han recibido la persecución, la calumnia, el amedrentamiento y la muerte por el anuncio del Evangelio. Sigue haciendo falta en medio del mundo entero cristianos que tomen en serio el llamado de Aparecida para que sean discípulos misioneros, que se sientan con la fuerza del Espíritu Santo para hacerlo presente en medio del mundo.
En Bolivia, en las diferentes iglesias celebramos la JORNADA MUNDIAL DE LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA MISIONERA, que busca que los niños y adolescentes sean misioneros, o sea, testigos de su experiencia de amor a Jesús. Queremos que los niños y adolescentes aprendan y se decidan a manifestar su fe en todos los momentos de su vida. Que lleguen a entender lo que Pedro le dijo a las autoridades: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”. Que nuestros niños y jóvenes proclamen que Cristo es el Señor; quien le ama se alegra de demostrar en ciertos momentos su amor.
Jesús Pérez Rodríguez, O.F.M.
ARZOBISPO EMÉRITO DE SUCRE
Sucre, 04 DE MAYO DE 2019
[Imagen: domingocosenza.wordpress.com]