Galilea, tras las huellas de Jesús de Nazaret

Monseñor Jesús Pérez: “Jesús inicia su misión en la periferia”

El evangelio de Mateo, además de presentar a Jesús iniciando su acción evangelizadora en la periferia o en la frontera, dando así cumplimiento a las profecías, nos lo presenta también eligiendo a sus primeros colaboradores, tomados de las gentes sencillas.

Hoy, propiamente, iniciamos la lectura del evangelista Mateo. Él nos acompañará hasta fines de noviembre en la gran mayoría de los domingos de este ciclo A. Sería bueno volver a leer a este gran evangelista y apóstol de Cristo. Este evangelista sitúa el inicio del ministerio de Jesús en Galilea, siguiendo la profecía de Isaías, a quien escuchamos en la primera lectura de la eucaristía de este domingo. Jesús empieza su ministerio en Galilea, en la frontera o en la periferia. No es la geografía lo principal. En Jesús se cumplen las profecías del Antiguo Testamento. Galilea es para el profeta, como se lee hoy, “el pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz”. Esta luz es Cristo. Él mismo lo dirá: “Yo soy la luz del mundo”. Él quiere seguir hoy iluminando a todos.

Jesús comienza en un terreno impensado; no en Jerusalén, ni en la más pacífica Judea, sino en Galilea, región para la que Jesús tenía grandes planes de salvación: “Galilea de los gentiles”. Galilea, y en concreto Cafarnaúm, era mezcla de razas y lugar de paso de civilizaciones, mezcla también de judíos y de paganos. Galilea está “en la frontera”, diría usando el lenguaje del Papa Francisco, está en la “periferia”. Sin duda, que la elección de este lugar nos da entender que Jesús va a ofrecer una salvación universal y desde los menos importantes. No empieza por Jerusalén, la ciudad santa, allí donde está el centro del culto a su Padre, los sabios de la ley, sino en esta ciudad que no dice nada en el conjunto de Israel. El Papa en su llamado a evangelizar nos envía a las periferias geográficas y a las existenciales.

Jesús se establece en Cafarnaúm y comienza su predicación de forma muy semejante a Juan el Bautista. La única y gran diferencia consiste en que la proximidad del reino de Dios, anunciada por el Bautista, se hace presencia y realidad en Cristo. La predicación es una llamada al cambio de mentalidad, a la conversión, a la aceptación de los planes de Dios. Las exigencias de Jesús, cambio de actitud, no resultan muy agradables a sus oyentes, como tampoco  hoy  día.  En la Iglesia, hoy día, no acabamos de entender el mensaje que el Papa Francisco nos viene dando insistentemente con sus palabras y su actuar.

El evangelio de Mateo, además de presentar a Jesús iniciando su acción evangelizadora en la periferia o en la frontera, dando así cumplimiento a las profecías, nos lo presenta también eligiendo a sus primeros colaboradores, tomados de las gentes sencillas. No escoge maestros de la ley, escribas, sacerdotes o levitas. Cristo quiso ser ayudado por los apóstoles en su tiempo y, después, por los sucesores de los apóstoles. Vemos la sencillez de la llamada y la respuesta inmediata y generosa de los llamados.

La Iglesia, que la formamos todos los bautizados, está llamada a ser, de generación en generación, evangelizadora, anunciadora de alegría y de luz, liberadora de los males y dolencias de cada tiempo. No sólo los sacerdotes y obispos, todos los bautizados, siguiendo el ejemplo de Jesús, debemos ser mensajeros del evangelio en el propio ambiente, con palabras y obras.

Sucre, 26 de enero de 2020

Fray Jesús Pérez Rodríguez, O.F.M.

Arzobispo emérito de Sucre

[Imagen: Galilea, tras las huellas de Jesús de Nazaret (greturviajes.com)]