Monseñor Jesús Pérez

Monseñor Jesús Pérez: “Paráclito, Defensor, Abogado”

Sí, el Espíritu Santo que Cristo envió a su Iglesia, está con nosotros, está en esta realidad del gran mal contagioso del coronavirus. Dios camina con nosotros…

Estamos en el domingo sexto de Pascua, y dentro de dos semanas celebraremos la solemnidad de Pentecostés, la fiesta del Espíritu Santo. En la petición, en la oración llamada colecta, le decimos a Dios Padre: que nos conceda “continuar celebrando con fervor estos días de alegría en honor de Cristo resucitado”. Pareciera que la liturgia de este domingo quiere asegurar que no decaiga el tono y ritmo pascual. Siete semanas de celebración parece mucho. Muchas cosas en la vida necesitan confirmación: reservaciones, noticias, diagnósticos… También para recorrer un camino hasta el final es necesario confirmar, prácticamente a cada paso, la decisión inicial. Nosotros, el día grande del sacramento de la confirmación, fuimos confirmados en la vida misma de Dios por el Espíritu Santo.

En este domingo, las lecturas nos ofrecen un rico material acerca del sacramento de la confirmación. La fiesta de Pentecostés, dentro de dos semanas, será una ocasión propicia para renovar nuestro bautismo y  confirmación. En Pascua se nos invitó a renovar el bautismo. Ahora, la confirmación. Jesús se despide la noche de la Cena, diciéndoles no los dejaré “huérfanos”, desvalidos y sin apoyo. Les enviaré un nuevo abogado, defensor, consolador, paráclito, que acompañará a la Iglesia. Las distintas traducciones de la Biblia nos presentan a Jesús prometiendo a los discípulos otro Paráclito. Otros hablan de un “Defensor”, o bien de un “Abogado”. “Abogado” viene de “ad-vocatus” que quiere decir “llamado junto a”.

¡Qué hermoso!, “Dios habita en nosotros. Nosotros somos templos del Espíritu Santo”

Jesús está presente en su Iglesia, en el mundo y en el corazón de todo aquel que lo acepta como su Señor y único salvador. La presencia física de Jesús no podía prolongarse indefinidamente. Como su presencia no podía continuar, entonces era muy necesario otro auxilio: el Espíritu Santo. La presencia del Espíritu Santo, no es un apoyo visible, pero sí efectivo. El gran doctor san Agustín decía: “Va peregrinando entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios”. El Vaticano II dice: “El Espíritu Santo habita en la Iglesia y en el corazón de los fieles como en un templo. Guía a la Iglesia a toda la verdad, la unifica en comunión, la provee y gobierna con diversos dones…” (Lumen Gentium, n. 4). ¡Qué hermoso!, “Dios habita en nosotros. Nosotros somos templos del Espíritu Santo”.

 Sí, el Espíritu Santo que Cristo envió a su Iglesia, está con nosotros, está en esta realidad del gran mal contagioso del coronavirus. Dios camina con nosotros. A los que preguntan: “¿Dónde está Dios ahora?”. Está donde le hemos puesto. Pero, ¿dónde hemos puesto a Dios? La forma de merecer el don del Espíritu Santo es cumplir los mandamientos, sobre todo el mandamiento del amor. El Espíritu Santo, que confirmó nuestro bautismo, cuenta con nosotros para brindar apoyo y consuelo a los demás. Todos estamos llamados a ser paráclitos o abogados.

Sucre, 17 de mayo de 2020

Fray Jesús Pérez Rodríguez, O.F.M. 

Arzobispo emérito de Sucre

[Imagen: Iglesia Viva]