Nuestra fiesta

Solemnidad de Todos los Santos
Evangelio – Reflexión
Mons. Jesús Pérez Rodríguez

Evangelio

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     4, 25 — 5, 12

    Seguían a Jesús grandes multitudes, que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de Transjordania.
    Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a Él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
    «Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
    Felices los afligidos, porque serán consolados.
    Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
    Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
    Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
    Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
    Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
    Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
    Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
    Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron».

Palabra del Señor.

Reflexión

Un pareado centenario dice: “Dichoso mes que comienza con Todos los Santos y acaba con san Andrés”. Sí, somos dichosos todos los que llenos de fe contemplamos a nuestros hermanos que llegaron a la meta definitiva, el cielo. Eso es lo que celebra nuestra Iglesia católica el primero de noviembre. Celebramos a toda esa multitud que con la gracia divina consiguieron la vida eterna en plenitud. A ellos, los que están en el cielo, llama la Iglesia santos. Por ello, decimos  con  seguridad “nuestra fiesta”. Hay dos clases de santos: los declarados santos o canonizados por el Papa y todos los que llegaron a los cielos. Hay millares de santos canonizados y los otros santos no canonizados son una multitud incontable, como san Juan nos lo dice en el libro del Apocalipsis.

Las tres lecturas que se proclaman en la eucaristía de esta fiesta de Todos los Santos, se refieren a este misterio de la multitud que ya goza de Dios para siempre. Es una fiesta de familia: ahí están nuestros familiares, nuestros amigos queridos. Al celebrar esta fiesta en honor de Todos los Santos revivimos esa verdad del Credo: “Creo en la Comunión de Todos los Santos”. Por ello, celebramos a San Chofer del bus, a Santa Barrendera, Santa Lavandera, San Mensajero, Santa Secretaria, San Agricultor, San Albañil, Santa Profesora, San Abogado, Santa Mamá, San Papá, San Esposo…

Santos son todos aquellos que llegaron a alcanzar el cielo. Ellos son nuestros hermanos, que han seguido a Cristo, viviendo su evangelio y ahora gozan de la plenitud de la vida de Dios. Cuando lleguemos a los cielos habrá muchas sorpresas y como principales señalo tres: personas que pensábamos que llegarían al cielo y no están; personas que creíamos no irían a los cielos y están. Y la  gran sorpresa, que nosotros estamos en el cielo. Y es que Dios nos creó para ser felices. Pero es Dios mismo, quien nos ha señalado el camino. Jesús dice: “Yo soy el camino”.

El evangelio de hoy, Mateo 5,1-12, elegido para esta fiesta de Todos los Santos, es el mejor camino para llegar a la perfecta felicidad, es el de las bienaventuranzas. Sí, la práctica de las bienaventuranzas es el camino que siguieron Todos los Santos. Con el sermón de la montaña, Jesús proclama unas sorprendentes bienaventuranzas. Llama felices a los pobres, los que sufren, los que lloran, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz, los perseguidos por su fe. Los Santos que están en el cielo son el mejor éxito de Cristo.

Estamos celebrando nuestra fiesta, la fiesta de todos los que han llegado al cielo. Es un día muy especial, porque estamos celebrando nuestra victoria, la victoria de la gracia que nos dio Cristo. El camino que nos señala Cristo en las bienaventuranzas, será el camino que nos conducirá a la vida que no acaba nunca. A la felicidad eterna. ¿El camino que estamos viviendo cada uno de nosotros nos llevará a los cielos? ¿Nuestra vida está ajustada a las bienaventuranzas?

Fray Jesús Pérez Rodríguez, O.F.M.
Arzobispo emérito de Sucre