¿Qué pasó en Pentecostés, quién es el Espíritu Santo? Conozcamos más con Mons. Adolfo Bittschi

31.05.2020//CENACOM// Monseñor Adolfo Bittschi nos muestra unas aclaraciones sobre el Espiritu Santo en su homilía de PENTECOSTÉS. Hoy tambíen recordamos el 8vo día de oración por la unidad de los cristianos con el tema de la “Generosidad”.

HOMILÍA 31 DE MAYO 2020,

SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS: VIENE EL ESPÍRITU SANTO Evangelio según San Juan 20, 19 – 23.


Lo que urgente necesitamos y lo que con muchísimo gusto nos quiere dar nuestro Padre Dios es el Don por excelencia: el Espíritu Santo. Lucas 11, 13: “Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!” El día de su Resurrección, de su triunfo sobre la muerte y los diablos, lo primero que dio Jesucristo a sus apóstoles era el Espíritu Santo tal como escuchamos en el Evangelio de hoy.
Muchos hablan del Espíritu Santo como la persona olvidada en Dios. Por eso unas aclaraciones.


¿Quién es el Espíritu Santo?

El Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad. En el CREDO Niceno-Constantinopolitano se le nombra “Señor y Dador de vida”. “Señor” significa que es Dios y procede del Padre y del Hijo y que recibe con el Padre y el Hijo la misma adoración y gloria. Él comunica la vida. Un ejemplo vemos en el profeta Ezequiel capítulo 37, 1-14 (una de las lecturas de la Misa Vespertina). Dios lleva al profeta donde un montón de huesos secos y manda al profeta conjurar los huesos secos y llamar el espíritu sobre ellos en nombre de Dios. Al final dice Dios: “Cuando abra sus sepulcros y les saco de sus sepulcros, pueblo mío, sabrán que soy el Señor. Les infundiré mi espíritu y vivirán”.


¿Qué obra el Espíritu Santo en la creación?

En la creación actúa junto con el Padre y el Hijo llenando todo con belleza y júbilo. Lo contemplamos en nuestra patria: ¡Qué hermosa es la naturaleza en Bolivia!


¿Cómo colaboró el Espíritu Santo en la salvación del mundo?

El Espíritu Santo inspiró a los profetas y habló por medio de ellos denunciando los pecados y llamando a la conversión por un lado y por el otro lado confirmando y repitiendo los anuncios de la llegada del Mesías, el Salvador. Esto en el Antiguo Testamento que era el tiempo de la preparación.
En los albores del Nuevo Testamento el Espíritu Santo realiza lo máximo: Por su obra y gracia se encarnó el Hijo de Dios de María, la Virgen, y se hizo hombre. Con éste hecho histórico queda restaurada la unión del Cielo con la tierra que por el pecado de Adán y Eva quedó destruido y se inició la Re-Creación o mejor la Nueva Creación que culminó en la PASCUA. Para esto, el Espíritu Santo impulsó y dio fuerza a Jesucristo a someterse a la pasión y entregar su vida por nuestra salvación en la cruz. Y a los tres días el Padre Dios con el Espíritu Santo resucitó a Cristo para abrirnos la puerta a la vida eterna.
Ayer en la fiesta de la Visitación de María a su prima Isabel hemos escuchado como ambas mujeres y hasta el niño Juan Bautista dentro del vientre de su madre han sido inspirados por el Espíritu Santo. El niño saltando de alegría en el vientre al sentir la presencia del Mesías y su madre Isabel para reconocer en su joven pariente a la “Madre de su Señor”, es decir la Madre de Dios, por su puesto, por el hijo que llevaba debajo de su corazón que es el “Hijo del Altísimo” (Lucas 1, 32).


¿Cómo podemos recibir el Espíritu Santo?

Según la Sagrada Escritura se recibe el Espíritu Santo en la oración. En el bautismo de Jesús cuando Él “permanecía en oración, se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre Él en forma visible, como una paloma”. (Lucas 3, 21s).
Pasamos ahora al relato de Pentecostés (Hechos 2) y constatamos en el contexto que “Todos ellos perseveraban unidos en la oración” (Hechos 1, 14). Aparte de la fiesta de Pentecostés y de los sacramentos podemos orar y pedir cada día una efusión del Espíritu Santo, solo pero mejor en grupo.


¿Qué pasó en Pentecostés?

Para el día de Pentecostés venían de todas las naciones judíos y prosélitos devotos a Jerusalén. Era desde antiguo una fiesta de acción de gracias primero por terminar la cosecha de trigo y luego, en recuerdo de la Alianza con Dios en el Sinaí, cambió la razón en acción de gracias por la Ley de Dios.
Un antecedente de Pentecostés está en Génesis 11, La Torre de Babel (lectura en la preparación de Pentecostés). La gente se unía para construir una torre hasta el cielo para llegar a Dios, es decir igualarse a Dios desde su esfuerzo humano. La torre lo construyeron supuestamente para su dios, en verdad querían hacerse famosos. El resultado era la división por el orgullo que trae consigo el odio y el pecado.
La Iglesia nacida en Pentecostés es la ciudad anti-Babel porque revertiendo la dispersión congrega las diversas lenguas en la unidad de la alabanza y confesión de las maravillas de Dios. A través de la unidad de los creyentes el Espíritu Santo hace visible a los hombres la verdad de que JESÚS es EL SEÑOR. Porque esta unidad no existe en ninguna otra parte en el mundo; es algo inexplicable desde las fuerzas propias de la humanidad y que, por tanto, deja ver la acción de una fuerza diferente. Hasta hoy podemos decir sigue repitiéndose este milagro en la Iglesia católica que acoge a todos.


¿Cuándo se abrió el cielo y bajó el Espíritu Santo?

Lo mismo como en tiempo de Jesús: si estamos unidos en oración insistente y prolongada. Los apóstoles y los discípulos con algunas mujeres que los acompañaban y con María, la Madre de Jesús, y sus hermanos oraban diez días antes de Pentecostés (Hechos 1, 13-14). El Papa León XIII convocó el 31 de diciembre del año 1899 a los cardenales para orar y dedicar el siglo XX al Espíritu Santo. Poco después el Paráclito se manifestó afuera y dentro de la Iglesia Católica. Surgieron varios movimientos: bíblico, ecuménico, litúrgico que prepararon al Concilio Vaticano II. Los Papas del siglo pasado eran verdaderos hombres de Dios. Sobre todo se ve la fuerza del Espíritu Santo en millones de mártires que dieron su vida por Cristo. Y como había tanta luz no faltaron las sombras en este siglo pasado.
En este mes de mayo nos invitó el Papa Francisco en preparación a la fiesta de Pentecostés a meditar con el corazón de María y el rosario en la mano los misterios de nuestra salvación y pedir un Nuevo Pentecostés. Aquel tiempo María, la Madre de Jesús, acompaño a los apóstoles en sus plegarias por el Espíritu Santo y hoy a nosotros.


¿Cómo obra el Espíritu Santo en la Iglesia?

Tanto en la comunidad como en cada cristiano el Espíritu Santo realiza sobre todo tres cosas: 1. El Espíritu Santo ilumina a la Iglesia con su luz para entender lo que Dios nos ha revelado tanto en su Palabra como en la Tradición y en la explicación del Magisterio de los Obispos. Jesús decía: “el Espíritu de Verdad les guiará hasta la verdad plena” (Juan 16, 13). 2. La fortalece para hablar con coraje y sin miedo como Pedro a partir de esta fiesta con voz fuerte y para mantenernos en unión con Dios y su Iglesia durante toda la vida. Fortalece a los millones de mártires. 3. La santifica la Iglesia y cada fiel sobre todo con los 7 sacramentos.
Lo hermoso es que el Espíritu Santo nunca ha dejado a los discípulos de Jesús y podemos ver como al inicio de la Iglesia los milagros que obra: Conversiones de grandes pecadores, de incrédulos y ateo; sanaciones interiores y físicas, anímese de orar y pedir por su familia y verán que cuántos de ustedes pueden tener este don; reconciliaciones de pueblos enfrentados por mediación del Papa Argentina con Chile; la salvación de San Juan Pablo II de un atentado y luego visitando y perdonando al que tenía que matarlo, y muchísimos otros milagros. Espero que Usted, querido oyente, puede contar el suyo. De mí ya son varios, así que una Hermana decía: El Padre Adolfo tiene vida como un gato; algunos ya ha gastado pero le sobran.
Hoy en el 8vo día de la oración por la unidad de los cristianos con el tema de la “Generosidad”, seguimos invocando al Espíritu Santo para poder abrir nuestro corazón al Señor de par en par y recibir una nueva efusión del Espíritu Santo que nos haga generosos:
“Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu Creador y renovarás la faz de la tierra.
Oh Dios que iluminas los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo. Haznos dóciles a tu Espíritu para gustar siempre El bien y gozar de su consuelo. Por Jesucristo nuestro Señor”.
El Evangelio es alegría. ¡Anúncialo! Y la bendición del Dios uno y trino, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo descienda sobre ustedes y que tengan un lindo Domingo en familia.

Monseñor Adolfo Bittschi, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Sucre