Rincón Vocacional: Diácono Javier Gómez, SSP – “El coronavirus se llevó a tres paulinos…”

En una Iglesia siempre escasa de vocaciones, nuestra Congregación, la Sociedad de San Pablo, también urgida de manos, y rebosada de tareas por cumplir, igualmente se ha visto afectada por el Covid-19, iniciando su racha con 12 contagiados en Roma, y 1 en Nueva York.

Lamentablemente, esta semana, murieron dos en Roma, y el contagiado de Nueva York, hasta ahora.

La edad media actual de sacerdotes en nuestra Congregación es de 60 años, y en discípulos (hermanos) ¡71 años! Aunado a eso, comenzamos el año siendo apenas, en todo el mundo, 852 paulinos, entre profesos perpetuos, y profesos con votos temporales.

Urge más que nunca pedir al Señor que mande nuevos obreros a su mies, no solo para nosotros, sino para todas la Iglesia en general: Van 69 sacerdotes fallecidos, solo en Italia, y contando, sin mencionar las estadísticas de las religiosas, de las cuales hasta los momentos se hace un estimado de casi 20 fallecidas pero más de setenta contagiadas. Se sabe que el virus se ensaña más con los hombres, en especial los mayores de cincuenta, que con las mujeres y los niños.

El trabajo vocacional suele ser uno de los más desagradecidos de todos. El vocacionista es una persona que se encuentra en una búsqueda constante, en la cual se enfrenta siempre la frustración de no ver frutos instantáneos de la labor, y el hecho de que, cuando se inicia el proceso vocacional con algún joven, se puede llegar incluso a que este llegue, en su proceso formativo, estar a punto de hacer votos, y ahí suceda algo que haga que flaquee la vocación.

En mi caso, cuando ingresé, éramos 12, de los cuales apenas terminamos dos, y yo también pasé por dificultades y tentaciones que hicieron que pensara muy pero muy en serio tirar la toalla. Eso sin contar con que, desde la fe, se sabe que los más tentados en dificultades son siempre los formandos a punto de ordenarse, es como si el enemigo, experto y carismático tentador, se ensañase contra todos para hacer que se falle en el propósito de consagración a Dios.

Toca orar también por los que actualmente están contagiados. Según describen muchos médicos, el sufrimiento que causa la enfermedad, sobre todo por la sensación de ahogo, que es la que hace que se necesite un respirador, es indecible. Sabemos también que se habla mucho de que hay personas que han logrado superar la enfermedad, pero “misteriosamente” no se habla de las secuelas que quedan luego de haberla superado.

Por favor, acompáñennos, oren por nosotros, por la Iglesia en general.

Está poniendo el hombro, (eso puede comprobarse a pocos clics, en la red), y está quedando con muchos de sus soldados caídos en esta batalla. Que Dios nos proteja a todos, y no deje a su Iglesia desprovista de trabajadores por su Reino.

(Autor: Diácono Javier Gómez Graterol, SSP)

Nota especial: al momento de escribirse este artículo eran 13 contagiados, de los cuales fallecieron 3, al día siguiente de su envío, falleció uno más.