¿TÚ VAS A TENER ENVIDIA PORQUE YO SOY BUENO? Homilía Mons. Adolfo Bittschi

20.09.2020//CENACOM// El Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis reflexiona en su homilía de hoy 20 de septiembre, “La Parábola de los trabajadores”, donde retrata la situación de una comunidad judía que se abre a los paganos. Para ellos era difícil aceptar que los paganos tuvieran la misma condición y los mismos derechos de los que habían heredado las promesas. Lo desconcertante es que el propietario no solo ofrece la misma paga a todos, sino que comienza por los últimos y finaliza con los primeros (20,8).

La llegada del Reino revoluciona los conceptos humanos y crea unos nuevos de valores. Las promesas se mantienen, y son rebasadas por la soberana bondad del Dueño. Él recibe a todos, incluyendo a los pecadores. Los últimos en la lógica humana son los primeros en la preocupación de Dios porque “Él es bueno y misericordioso con todos”.

Homilía 20 de septiembre 2020, Domingo 25 durante el año litúrgico

Evangelio según san Mateo 19, 30 – 20, 16

¿VAS A TENER TÚ ENVIDIA PORQUE YO SOY BUENO?

La primera lectura tomada del profeta Isaías nos introduce al tema: “Los pensamientos de ustedes no son mis pensamientos”. Cinco veces se repite la palabra “caminos” y otras cinco “planes”, para oponer los del Señor a los de los hombres. Dios nos quiere enseñar que nada escapa de su providencia y que sus incomprensibles decisiones tienen un sentido. Al fondo está la voluntad del Señor que es su amor por nosotros.

De eso nos canta el salmo responsorial 144: “Cerca está el Señor de los que lo invocan… el Señor es bueno con todos, es cariñoso  con todas sus criaturas… el Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones”.

La epístola de San Pablo a los Filipenses, escrita desde la cárcel, se centra en la persona de Nuestro Señor JESUCRISTO. Lo único terrible no es el virus o la muerte, lo único terrible es perder la unión con CRISTO. Dice: “Para mí la vida es Cristo y morir significa una ganancia”. Porque lleva al encuentro definitivo con Cristo en la vida en plenitud. La muerte física ha dejado ser lo más terrible porque no nos puede separar de Cristo. Para San Pablo entiende la relación con Cristo con todos que están en el Cuerpo de Cristo, la Iglesia. La vida fecunda en Cristo es un amor servicial a los necesitados.

La parábola de los trabajadores en la viña o bien deberíamos decir del dueño generoso muestra la libertad soberana de Dios. Y Dios usa su libertad soberana para hacer el bien. Podemos sacar enseñanzas sobre Dios Padre y Jesucristo y para los discípulos.

 1) Un mensaje acerca de Dios Padre: su bondad se distribuye  por igual sobre unos y otros. Su justicia no se mide con criterios humanos.

2) Un mensaje sobre las actitudes de Jesucristo: como rostro misericordioso del Padre acoge a los pecadores y descartados de las interpretaciones tergiversadas de la Primera Alianza.

 3) Un mensaje para los discípulos: los justos no han de sentir envidia sino gratitud ante el Padre que perdona y acoge a todos los hermanos y reparte a cada uno lo que necesita.

Con la parábola Jesús responde a las críticas de los fariseos y maestros de la Ley que le echaron en cara su trato con los pecadores y paganos, los obreros de la última hora. Les muestra lo íntimo de Dios Padre, su AMOR MISERICORDIOSO. El patrón de la parábola corresponde a Dios que provee a cada uno de sus creaturas lo necesario para su vida y la de su familia. Jesús muestra que la oferta de la gracia de Dios está para todos que se dan cuenta de su situación y lo aceptan.

Conocemos la situación de hombres que están buscando trabajo para ganarse la vida para sí y su familia. El dueño sale a diferentes horas para contratar  trabajadores, hasta a la última hora contrata obreros. Con los primeros hombres concierta el jornal; de los otros dice que recibirán lo justo. La manera de pagar al final nos indica el objetivo de la parábola. Tiene que comenzar con los últimos para que los primeros vean como se paga a los últimos. Se advierte la indignación de ellos y también nuestro asombro. Humanamente es muy comprensible que estén murmurando y esperando de cobrar más. Sin embargo todos reciben el mismo pago. En su respuesta el Dueño aclara que actúa con justicia porque paga lo convenido. El “ojo malo” revela una mala manera de pensar, revela envidia y rivalidad.

Pero la parte importante de la respuesta revela su motivo “yo soy bueno”. El Dueño no procede por un capricho o por injusticia, sino por bondad sobre humana. La parábola retrata la situación de una comunidad judía que se abre a los paganos. Para ellos era difícil aceptar que los paganos tuvieran la misma condición y los mismos derechos de los que habían heredado las promesas. Lo desconcertante es que el propietario no solo ofrece la misma paga a todos, sino que comienza por los últimos y finaliza con los primeros (20,8). La llegada del Reino revoluciona los conceptos humanos y crea unos nuevos de valores. Las promesas se mantienen, y son rebasadas por la soberana bondad del Dueño. Él recibe a todos, incluyendo a los pecadores. Los últimos en la lógica humana son los primeros en la preocupación de Dios porque “Él es bueno y misericordioso con todos”.

Jesús iniciaba la parábola con una expresión enigmática: “Muchos primeros serán los últimos, y muchos últimos serán los primeros”. Los fariseos se consideraban la flor y nata ante Dios por el conocimiento y práctica de la Ley de Moisés con todas sus tradiciones y normativas añadidas. Despreciaban a los ignorantes de la Torá, los pecadores y por su puesto los paganos. Se veían con grandes méritos ante Dios. Algo parecido pasaba con los cristianos de origen judío con paganos que abrazaron la fe en Cristo. Las primeras comunidades cristianas vieron en esta parábola una iluminación de su situación conflictiva: la entrada de paganos en la Iglesia. Esta realidad provocó una polémica reflejada en la Carta a los Gálatas (1-2) y en los Hechos de los Apóstoles  (15).

Unos pensamientos de meditar: ¡Qué bendición haber sido contratado a la primera hora por haber podido gozar más del Señor y trabajar en su viña! Y ¡Qué alegría que, aún a la última hora, algunos como San Dimas, el Buen Ladrón, vengan a Cristo!

Clamamos: Ven Espíritu Santo y enciende el fuego de tu amor en nuestros corazones. Envía, Señor, tu Espíritu y todo será creado y renovarás la faz de la tierra.

Recemos también con Papa Francisco para que los recursos del planeta no sean saqueados, sino que se compartan de manera justa y respetuosa.  

Septiembre mes de la Biblia. Profundicemos el Evangelio, queridos oyentes, para saciarnos de la Palabra que da vida. Porque ustedes saben: El Evangelio es alegría. ¡Anúncialo!                         Y la Bendición del Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y sus familias y les acompañe hoy y siempre.