TE DEUM, 6 DE AGOSTO “FELIZ LA NACIÓN CUYO DIOS ES EL SEÑOR”

Arquidiócesis de Sucre 06.08.2018//CENACOM//La mañana de hoy lunes 6 de agosto se realizó el Te Deum, Eucaristía en acción de gracias recordando un año más de la suscripción del acta de independencia de nuestra república de Bolivia, presidido por Mons. Jesús Juárez Párraga, Arzobispo de Sucre, en la Catedral Metropolitana de Sucre, quien exhorto en su homilía valorar los avances en obras, realizaciones y proyectos que manifiestan el progreso y el desarrollo de nuestra querida Bolivia que anhela mejores días de entendimiento fraterno, respeto a la diversidad, tolerancia ideológica e una inquebrantable unidad entre todos los que habitan en ésta bendecida tierra boliviana.

HOMILÍA

Transfigurados por el Señor al servicio del bien común

06 de agosto de 2018

Queridas hermanas y queridos hermanos:

Con la alegría del Evangelio y unidos por sentimientos patrióticos, con esta Eucaristía de acción de gracias, nos unimos a todos los bolivianos en la conmemoración de los 193 años de Independencia de nuestra República de Bolivia.

Esta celebración siempre será más significativa en Chuquisaca, porque ésta fue la cuna de las luchas independistas; porque aquí se proclamó la independencia de Bolivia y porque aquí se quedará siempre la Capital del Estado Plurinacional y, como dice la sabiduría popular, el cumpleaños se celebra en casa y ésta es la casa de la libertad: Sucre.

El Evangelio de hoy nos relata la experiencia maravillosa de Jesús, junto a sus discípulos Pedro, Santiago y Juan en el monte Tabor para fortalecer su fe frente a los acontecimientos de su cercana pasión y muerte.

Querida comunidad cristiana: en estas circunstancias especiales e históricas, ¿qué mensaje podemos sacar de la Palabra de Dios que ha sido proclamada? La respuesta la encontramos en el dinamismo de estos tres verbos: subir, escuchar y bajar.

 

1.- Subir a un monte elevado

En la tradición bíblica el “monte” significa el lugar del encuentro entre la Divinidad y la criatura, donde ésta se transforma en un proceso de conversión. Moisés contempló a Yahvé en la zarza ardiente que no se consumía y recibió la misión de liberar a su pueblo del poder egipcio (Éxodo 3,10) y en el monte Sinaí, Yahvé le entregó las tablas donde estaban escritos los 10 mandamientos (Éxodo 20,1-18).

También el profeta Elías tuvo la experiencia del encuentro con Yahvé no en el violento huracán, ni en el terremoto, ni en el rayo, pero sí en el murmullo suave de la brisa (1Re 19,11-12).

De la misma forma conocemos que Jesús de Nazareth presentó su programa de vida en el monte conocido como el de las bienaventuranzas (Mt 5,1-12) y, antes de iniciar su vida pública, tuvo que resistir y vencer al espíritu del mal en la montaña llamada de las tentaciones (Lc 4,1-13).

Ahora nos invita a cada uno de nosotros, como lo hizo con los tres discípulos, a subir al monte para escuchar la voz del Hijo amado, y así, mirarlo cara a cara, hablar con él como hacen los amigos; expresarle nuestros sentimientos; presentarle nuestros problemas y dificultades; comentarle las desigualdades e injusticias; la falta de atención a los sectores más vulnerables; y la brecha que se agranda entre aquellos que viven en la abundancia, en el lujo y el despilfarro y los otros que luchan por sobrevivir y satisfacer las necesidades básicas.

También valorar los avances en obras, realizaciones y proyectos que manifiestan el progreso y el desarrollo de nuestra querida Bolivia que anhela mejores días de entendimiento fraterno, respeto a la diversidad, tolerancia ideológica e una inquebrantable unidad entre todos los que habitan en ésta bendecida tierra boliviana.

2.- Maestro, ¡qué bien estamos aquí!

En la experiencia profunda de la transfiguración de Jesús, sus discípulos le dicen: “Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”.

Querida comunidad, no cedamos a la tentación de la comodidad, de querer instalarnos y proteger nuestras seguridades cayendo en lo que el P. Luis Espinal escribió en sus oraciones a Quemarropa: “en la falsa prudencia que raya en la cobardía” encerrándonos en una espiritualidad desencarnada del mundo que no nos permite ser profetas y constructores del Reino. Muchos políticos quisieran que nos quedáramos en una Iglesia de sacristía y de una predicación sin compromiso. Qué equivocados están porque la misión evangelizadora de la Iglesia tiene una dimensión social a ejemplo de Jesús que dijo: “el Espíritu del Señor está sobre mí. Él me ha ungido para traer Buenas Nuevas a los pobres, para anunciar a los cautivos su libertad y a los ciegos que van a ver. A despedir libres a los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor” (Lc 4,18-19).

Si la Iglesia no tuviera un compromiso social, una radical opción por los pobres, esto es, un compromiso político que en su sentido amplio es la búsqueda del bien común, dejaría de ser Iglesia y traicionaría la misión encomendada por Jesús de Nazareth. La fidelidad de la Iglesia al Padre, al Hijo pasa por dar testimonio profético del Reino de Dios que muchas veces implica compartir la cruz de Cristo.

También los servidores públicos pueden tener la tentación de instalarse en la comodidad del poder y pretender preservarlo por mecanismos amañados, vulnerando la Constitución, olvidando o negando la voluntad soberana del pueblo y controlando todos los poderes del Estado. No hay que olvidar que uno de los principios democráticos es la alternancia en el poder y ésta es un valor cultural ancestral en Bolivia basado en las prácticas de rotación del ejercicio de servicio de las autoridades originarias  a la comunidad.

La experiencia de la transfiguración deber ser dejarse llevar por Jesús a lo alto para experimentar la luz de la verdad y sentir la fuerza de la fe que nos hace discípulos misioneros, no para quedarnos dentro de la Iglesia, sino para salir al mundo. Ser esa Iglesia en salida de la que tanto habla el Papa Francisco, quién prefiere “una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades” (EN 49).

  1. “Éste es mi Hijo muy querido, escúchenlo”

Finalmente el Evangelio de Marcos refleja las palabras amorosas del Padre: “Éste es mi Hijo muy querido, escúchenlo”. La pregunta es: ¿Qué debemos escuchar de Jesús? Debemos escuchar las palabras de conversión del pecado y del mal, tanto en sentido individual como comunitario y aceptar a Cristo como mi salvador, mi redentor, mi liberador; las palabras de la promesa histórica y transcendente del Reino de Dios que es reino de verdad y de vida; reino de santidad y de gracia; reino de justicia, de amor y de paz. Es un imperativo categórico  vivir y practicar el nuevo mandamiento del amor en acciones concretas y solidarias; el perdón eficaz y olvidando las ofensas y promover la verdadera y auténtica reconciliación entre todos, incluidos aquellos que podrían ser nuestros enemigos o piensen distinto; y sobre todo, seguir su opción preferencial evangélica por los pobres y excluidos y considerarlos como sujetos de su propia promoción humana y liberación integral y así bajar del monte transfigurados y no solamente escuchar al Hijo de Dios, sino también al pueblo de Dios.

Hermanos y hermanas que las palabras de Jesús de Nazareth resuenen en nuestro interior  y tengan eco en nuestras acciones para ser misioneros de la caridad, la justicia y la conversión personal y social.  

María Santísima, invocada como nuestra Señora del Carmen, patrona de Bolivia y la Virgen de Guadalupe venerada en la Capital del Estado Plurinacional, interceda ante el Padre y el Hijo para que el Espíritu Santo nos infunda la fortaleza necesaria en este aniversario patrio a fin de renovar nuestro compromiso con el ideal de libertad y de democracia que heredamos de nuestros mártires con la firme decisión de vivir en plenitud la vida cristiana en el amor, la verdad, la justicia y la paz.

Felicidades Bolivia y no olvidemos lo que dice la Palabra de Dios: “Feliz la nación cuyo Dios es el Señor” (Salmo 33,12).

 

 

 

Mons. Jesús Juárez Párraga, sdb.

ARZOBISPO DE SUCRE