“CONVIÉRTANSE Y CREAN EN EL EVANGELIO” Mons. Bittschi en el Primer domingo de Cuaresma

CENACOM 21.02.2021// El Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Sucre, Monseñor Adolfo Bittschi, exhorta pedir al Espíritu Santo, el amor y la fuerza de hacer inventario de nuestros pecados para prepararnos a una buena confesión, hacer penitencia y sacrificios como los niños videntes de Fátima, San Francisco y Santa Jacinta y rezar el Santo Rosario para nuestra CONVERSIÓN y la de todos los pecadores. Así colaborar para que termine la pandemia y toda maldad en el mundo.

HOMILÍA MONS. ADOLFO BITTSCHI – PRIMER DOMINGO de CUARESMA

Evangelio según San Marcos 1, 12 – 15.

CONVIÉRTANSE Y CREAN EN EL EVANGELIO
Queridos oyentes, queremos celebrar la PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. Esta fiesta de todas las fiestas merece una adecuada preparación de cuarenta días, la CUARESMA.

PASCUA es celebrar a nuestro Dios, un Dios que salva a los hombres más allá de la muerte y hace ALIANZA con ellos. De los antecedentes nos habla la primera lectura del libro de Génesis 9,8-15. La primera alianza de los orígenes es sellada con Noé, salvado con los suyos del diluvio. Esta alianza incluye todo ser viviente. El arca por la que se salvaron es interpretada por los padres de la Iglesia como anuncio y símbolo de la cruz de Cristo. Noé y los suyos se salvaron “cruzando las aguas”. Estas palabras recuerdan el paso de Israel por el Mar Rojo, la primera Pascua, y también las aguas de nuestro Bautismo. Este se cumplirá el día de la muerte para los que estamos unidos con Cristo muerto y resucitado. “Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conducirnos a Dios”, como escribe San Pedro en 1ª Pe 3,18-22, segunda lectura.

En nuestro camino hacia la casa del Padre se nos adelantó JESÚS. Él nos acompaña; Él es el camino; Él ha sufrido también, desde el inicio, tentaciones. Este domingo relata de las primeras tentaciones y por eso se llama DOMINGO DE TENTACIÓN. Cuando se habla hoy de TENTACIÓN mucha gente piensa en caer. Carnaval, el viernes de soltero y tantas otras tentaciones ¿para qué son? Según la mayoría son para sucumbir. Es que nos falta la fe en nosotros y en Dios. Sin embargo, con Dios podemos ganar cualquier batalla. “Cristo y yo – mayoría aplastante”. Esta palabra nos tiene que dar ánimo a unirnos cada día más íntimamente con Él que venció todas las tentaciones. Lucharemos estar con Él y venceremos con Él.

El Evangelio de Marcos relata muy conciso la TENTACIÓN de JESÚS pero abarca con poquísimas palabras todo el cosmos. Veamos: Es el Espíritu Santo, el amor de Dios en persona, quien impulsa a Jesús al desierto. El desierto es el lugar del noviazgo de Dios con su pueblo (Éxodo; Oseas 2,16). Pero también el lugar de los demonios y de las tentaciones y pruebas para Israel después de haber pasado por el Mar Rojo a la libertad y a la adoración de Dios. Es por eso que después del Bautismo Jesús retoma la historia y tradición de su pueblo y el encuentro personal e íntimo con su Padre. Sanando las traiciones de Israel en el Éxodo y dándonos el ejemplo de vencer al satanás quién “lo puso a prueba durante cuarenta días”. Las tentaciones le seguirán hasta la cruz, sin embargo, Jesús siempre salió victorioso.

Jesús como el nuevo Adán tiene que ser tentado igual que el primero en el paraíso por satanás. Este era creado por Dios como un ángel de pura luz, pero puesto a prueba por Dios, no quería obedecer y venerar – ojo: venerar, no adorar – a Adán, la imagen de Dios (Génesis 1,26). La misión de Jesús – como nuevo Adán – es vencer al rebelde adversario de Dios para hacer posible la paz original que Adán y Eva perdieron en el paraíso (Génesis 2, 8-15).

“Vivía entre las fieras” dice el Evangelio. Se refiere a los animales NO domesticados, viviendo en libertad. Evoca a Adán y Eva en el paraíso. Su convivencia con ellos muestra que Jesús es el Salvador de toda la creación. Ya en su nacimiento le acompañaban y calentaban el buey y el asno (Isaías 1,3). Tenía siempre un corazón para con los animales. Darles de beber era más importante que la Ley del sábado (Lucas 13,15). De las ovejas habla en las parábolas donde Él se presenta como Buen Pastor que da su vida para ellas, y a la oveja perdida lo busca y lleva sobre sus hombros. Él mismo se deja titular como “Cordero de Dios” y se compara como la gallina que quiere reunir a sus pollitos para protegerlos (Mateo 23,37). De ningún gorrión Dios se olvida (Lucas 12,6). “El Señor lo necesita” (Marcos 11,3); ya lo necesitaba para que San José lo hizo escapar junto con su Madre de las manos de Herodes y el domingo de Ramos para su entrada triunfal a Jerusalén.

El servicio que recibe de los ángeles de Dios son los signos proféticos que indican que Dios inaugura, por su Mesías, el tiempo de salvación definitivo (Isaías 11, 6-9; Salmo 91,10-13). Como los hombres de Dios (Éxodo 34,28; 1º Reyes 19,8) y el Siervo del Señor (Isaías 53,3-5), el Mesías no rehúye la prueba ni el sufrimiento; más aún, este es el camino escogido para ofrecer impensados bienes de Dios a la humanidad: redención, filiación, santidad… A diferencia de Adán y Eva, de Israel, que apenas salió de Egipto se hizo idólatra en el desierto con el becerro de oro, el Mesías – por su amor y obediencia a Dios Padre – no sucumbe a las tentaciones de satanás, haciendo así realidad la victoria de Dios sobre el mal y la opresión. Esta es nuestra esperanza.

“El tiempo se ha cumplido; el Reino de Dios está llegando: conviértanse y crean en la Buena Noticia”. La gracia de Dios va por delante: generosa y gratuitamente. ¿Quién no desea de ser bueno, con la cabeza en alta, amor, contento y paz en el corazón? En otra palabra ser verdaderos hijos de Dios a ejemplo de Jesús que nos muestra el Padre misericordioso que ama y perdona. Esa maravillosa transformación lo hace Jesús al recibirlo en una buena confesión que nos lleva a la conversión.

Pidamos al Espíritu Santo el amor y la fuerza de hacer inventario de nuestros pecados para prepararnos a una buena confesión, hacer penitencia y sacrificios como los niños videntes de Fátima, San Francisco y Santa Jacinta, y rezar el Santo Rosario para nuestra CONVERSIÓN y la de todos los pecadores. Así colaboramos para que termine esta pandemia y toda maldad. El Papa Francisco nos pide orar en este mes por las mujeres que son víctimas de violencia: que sean protegidas por la sociedad y que su sufrimiento sea considerado y escuchado. En estas intenciones meditemos los misterios de nuestra fe en el SANTO ROSARIO. El Evangelio es alegría. ¡Anúncialo! Y la Bendición de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y sus familias y les acompañe en esta Cuaresma. Amén.